Sé que algunas noches me piensas, relees algunos de mis relatos y te imaginas siendo el protagonista… Sé que en algún momento me deseas, me observas a la distancia pretendiendo ser discreto pero tu mirada me desnuda y me besa lentamente… Sé que aunque en algún momento te preguntas cómo será una noche conmigo, esa noche que jamás te atreverás a vivir…
Imaginas que te dejas seducir por mí, por mis labios, por mi lengua recorriendo tu piel. Imaginas esa habitación vacía que se llena de pasión en instantes, que se impregna de olores y sabores, donde la luz tenue de las lámparas te permite ver la silueta de mi cuerpo, aún vestido, sobre la cama. Es un espacio cálido, sin ruido, parece alejado de todo, del mundo, de ese que finges huir pero no te decides.
Esa habitación te parece perfecta para una escena de aventura ocasional, justo como lo esperas, justo como sólo tu imaginación podría describirla: la cama es amplia cubierta por sábanas blancas; una pequeña estancia con una mesa al centro, justo ahí colocas una botella de tequila y un par de caballitos, sirves un poco en cada vaso y desde ahí, me llamas observándome seductoramente mientras bajo de la cama y camino hacia ti.
Te represento esa fantasía que deseas pero no te atreves, esa fantasía de otros lectores de Momento Azul quienes imaginan que en mi vida todo es sexo y pasión. Así, en esa escena que me supone fácil para ocasión, te sientas a mi lado mientras bebemos tequila. Juego con las yemas de mis dedos humedeciéndolos en mi tequila y rozo con ellos tus labios provocando que persigas mi mano…
Dejo los lentes sobre la mesa, te recuestas en el sillón y te beso tiernamente, despacio, sin prisa, como si la noche fuera eterna y tuviéramos tiempo para todo, para todo eso que has imaginado y no has vencido el miedo de intentarlo. Beso tus labios, saboreándolos, avanzo hacia tu cuello mientas con mis manos juego en tu cabello. En tu cuello juego con mi lengua, con trazos simples apenas rozándote, apenas trazando un boceto de la noche que nos espera…
Me quito mis zapatos y me arrodillo frente a ti para quitarte los tuyos. Sobre tu pantalón te acaricio con mis manos, dando un masaje suave, muy suave y despacio que te hace cerrar los ojos y seguir imaginando… Sientes mis manos en tus pantorrillas, tus rodillas, en la parte interna de tus muslos… sientes ese recorrido pausado y delicioso. Disfrutas, disfrutas mucho…
Así, en tu imaginación quizá has delineado la escena con detalles, y sabes que disfrutarías, sabes que quizá tu imaginación puede recrear escenas pero no sensaciones.
Me levanto de la posición en la que estaba, bebo un trago de tequila y te beso para compartir el sabor, te beso apasionadamente, dejando que mi lengua juegue en tu boca, que mis labios aprieten los tuyos, que el deseo desborde y que la cama nos llame. Me tomas por el cuello me acaricias con fuerza bajando hacia mi espalda, muerdes suavemente mis hombros y en un instante quedo recostada sobre el sillón.
Ahora tú estás de rodillas, a un lado del sillón, haces una pausa en las caricias para observarme, para desnudarme antes con la mirada que con tus manos. Hago mi cuello hacia atrás, dejando mi pecho dispuesto para que me devores a besos, dispuesto para que tus manos reconozcan la textura de mi piel, la temperatura que continúa encendiendo el deseo.
Sé que lo has imaginado, y ¿sabes algo? …haces bien en imaginarme. Imagíname, porque una mujer como yo, jamás estaría con un hombre como tú, de ésos que suponen que en mi vida todo es sexo y pasión pero jamás se atreverían a descubrir si es verdad o fantasía!
Querida Azul después de leerte, pienso que muchos viven de imaginar pocos viven de realidades y quizá todos somos unos pobres soñadores
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