Un beso…

En un beso se puede comunicar todo lo que en las palabras sería impreciso, en un beso la textura de los labios, el calor del aliento, el juego de las lenguas y el tiempo en el que a ojos cerrados se saborea, dice más que cualquier palabra.
Es un beso que inicia con la mirada, cuando los ojos se comunican y la mirada es la primera en saborear los labios, justo así observándolos, comenzando a devorarlos con la imaginación, desde la fantasía.

Un beso que inicia con la suave sensación del roce de los labios, un suave roce que permite disfrutar lo cremoso de mi labial y lo delgado de mis labios. Es un beso en el que apenas la punta de mi lengua alcanza a acariciar la comisura de tu boca, que apenas logra delinear levemente el contorno de tus labios.

Es un beso que detiene el tiempo para disfrutar el calor del aliento compartido, un beso que inicia en los labios y las sensaciones recorren todo tu cuerpo.

A ojos cerrados mi lengua encuentra la tuya, mis labios devoran los tuyos y tus manos ansiosas recorren mi espalda, todo en la misma sensación provocada desde ese beso.

En ese beso descubres mis miedos y mi intensidad, mi pasión y mi ternura, mi deseo y mi necesidad de paz.

Un beso que sabe a fantasía, que luego de disfrutar tus labios, de jugar con mi lengua en tu boca, avanza por tu mejilla para llegar a tu oreja, morderla suavemente y hablarte al oído sin decir nada pero provocando todo.

Es un beso que desde mis labios recorre tu cuerpo en un mundo de sensaciones. Que luego de que por segundos juega en tu oreja, regresa a tus labios para que sientas la textura cálida de los míos, sólo rozando tus labios, sólo dejando que mi lengua dibuje el mensaje del deseo.

Es en el mismo beso, que bajo por tu barbilla hacia tu cuello, dejando que mis labios y mi lengua recorran libremente, como si supieran en camino a tu placer. Es un beso que recorre un lado de tu cuello hasta llegar a tu hombro, que deja que ese beso disfrute tu piel con mordidas suaves justo sobre tu hombro.

El beso que inició con la mirada avanza por tu piel, avanza sobre tu pecho y por instantes regresa repentinamente a tus labios, sólo para que percibas el calor con el que arden mis labios, para que la humedad de mi lengua en tu boca te haga saborear este beso.

Es un beso que continúa el recorrido por tu piel, que luego de regresar a tus labios, recorre el otro lado de tu cuello avanzando con suaves y sutiles caricias de mi lengua hacia tu hombro, bajando pausadamente por tu bisep, avanzando muy lentamente por tu brazo alternando el roce de mis labios, las caricias de mi lengua y mordidas en las que apenas te rozan mis dientes.

Ese beso es un trazo único, un trazo que se inició en la mirada y que recorre arbitraria pero certeramente tu piel. Ahí en tu brazo llego hasta tu mano y dejo que mi lengua dibuje sensaciones placenteras sobre tu palma, que mis dientes muerdan sutilmente las yemas de cada uno de tus dedos y que luego mis labios los besen, despacio, muy despacio.

Mi lengua y mis labios juegan en tu mano, provocando sensaciones que sólo la fantasía puede recrear con claridad. De tu mano regreso en el mismo recorrido, lento y pausado hacia tus labios, en un beso apasionado y hambriento de placer te pregunto si continúo o me detengo…

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