Amar es…

Quizá, como lo he escrito en otros textos, habrá algunos que me
consideren una mujer frívola, superficial y que sólo piensa en placeres carnales… No, no lo soy, lejos estoy de ello, lo sé yo y con eso basta.

Soy una mujer afortunada, que ha aprendido a amar con todo y contra todo, he vivido experiencias aleccionadoras, he vivido grandes historias de amor y por supuesto, mantengo encendida en mi vida la ilusión del amor, no solo ese amor que se sacia con pasión y sexo, sino ese amor que se vive y se renueva permanentemente.

Amar, qué complejo pretender definir una acción tan grande, un verbo con tantas acepciones como es amar.

Amar es el sentido mismo de la vida y de la supervivencia, es aquello que nos rompe y nos arma, aquello que es nuestra fuerza y nuestra debilidad, aquello que nos lleva al límite de nuestras fuerzas para descubrirnos que aún podemos dar más.

Amar es un signo de vida, ese signo que con el acelerado latir del corazón guía los días y las noches, que con cada suspiro en nombre de un recuerdo, purifica el aire para continuar cuando todo parece oscuro, en medio de lágrimas lava tristezas y renueva esperanzas aferradas a florecer.

Amar es trascender en el otro, es sembrar esperanza en otro
corazón con la ilusión de que la cosecha será exitosa, será fructífera y aunque quizá, no nos tocará disfrutar de ella. Amar es poner el todo en cada reto, es creer en el otro y revivir a cada instante la confianza en uno mismo, es creer que un abrazo resuelve los problemas, que dos almas abrazadas son capaces de sostener al mundo.

Amar es acariciar la piel para confortar el alma, es con un beso
curar las heridas, es ser oídos para las palabras que buscan a gritos ser
calladas a besos, es secar las lágrimas que dicen todo lo que otro corazón se
aferra a callar.

Amar es despertar cada día con la ilusión de tocar un alma, de
tener la palabra correcta en el momento preciso para aquel corazón solitario que busca aliento para continuar. Amar es entender otros mundos, es tocar a la puerta una y otra vez en aquellos corazones que celosos o lastimados guardan un
sinfín de historias.

Amar es callar cuando quieres gritar un sinfín de improperios, es gritar
cuando tu propio corazón se encuentra vacío y en un doloroso silencio, es contener las lágrimas para secar las lágrimas del otro, contener en un abrazo un mundo que se desmorona a causa de esas complejas simplezas de la vida.

Amar es repetir una y otra vez las mismas palabras, hasta que hagan eco en el corazón del otro; es repetir una y otra vez las mismas acciones con la certeza de que aquello que se hace con amor, no puede ser un error, es
repetir la misma historia siempre perfectible, siempre con más amor que la versión anterior.

Amar es mirar a los ojos y adivinar sueños, es tomar de la mano y
hacer camino… Amar es soñar que se puede cambiar el mundo, que el amor lo vence todo y que un día cada historia, cada lágrima, cada beso, cada caricia, cada palabra serán el cimiento sobre el que se construya aquel mundo que siempre he
imaginado…

Omnipresencia

Ser omnipresente es un don divino y, como tal, solo se manifiesta a través del amor. A veces no estamos donde algunos nos ven, sino donde otros nos extrañan, donde otros nos piensan y, quizá sin saber, nos regalan una lágrima o una sonrisa en nombre del recuerdo.

Estar en varios lugares de manera simultánea nos permite recorrer pausadamente en el cuerpo de otro un mundo de recuerdos que se escribieron con tinta indeleble, es buscar con qué vestir el cuerpo y en una prenda encontrar más que ropa, es encontrar ese cobijo para el corazón, esa caricia para el alma. Y es que justo así fue como sucedió hace unos días…

Yo trabajaba en el estudio de casa, mi mente estaba exhausta, el trabajo me tenía agobiada y, como muchas veces sucede y mi profesión lo requiere, escribía sobre varias historias de manera simultánea. Sentí mucho frío, la noche era joven y sabía que un café cargado y un pan dulce serían buena compañía para lo que aún faltaba de mi jornada.

Subí por un suéter que me protegiera del frío, así de la nada, así como saltan los recuerdos en mi cabeza y mi corazón normalmente, saltó del closet una sudadera que tú me regalaste, una sudadera que vestía más que mi cuerpo, era una prenda en la que con solo cerrar los ojos recorría nuestra historia, recorría un sinfín de recuerdos que me hacían sentir cobijada por tus brazos, protegida por tu presencia, confortada por un beso tuyo…  La vestí y salí a buscar un pan dulce atendiendo mi plan de desvelo.

Al salir, una luna llena en lo alto iluminaba el cielo, imposible no verla, imposible no verte en ella. Imposible que las lágrimas no se desbordaran por mis ojos casi con la misma velocidad con que mi memoria dictaba recuerdos, con la misma intensidad con la que aún latía mi corazón por ese sorpresivo encuentro con mi sudadera que sé que pese al tiempo, aún olía a ti…

Sé que mi pensamiento llegó a ti, que la luna, interlocutora de los amantes, nos ha comunicado una y otra vez, se propone como intermediara para conectar nuestros pensamientos. Así, pensándote de una y mil maneras, extrañándote y pidiendo desde el alma uno solo de tus abrazos,  caminé a mi destino, regresé, preparé mi café y con mi pan dulce continúe saboreando tu recuerdo.

Lloraba, reía y me preguntaba si realmente tendrás la certeza de que te fuiste, sintiéndote yo tan mío, tan cerca. ¿Cómo podrías creer que te fuiste si eres tan mío, si tu recuerdo es tan nítido que al acariciarte con el pensamiento siento la tibieza de tu piel? ¿Cómo podrías creer que no eres mío si cuando te sueño y tus besos aún tiene ese dulce sabor, tus labios aún se sienten hechos a la medida de los míos? ¿Cómo podrías creer que no estás aquí si aquella sudadera olía a ti, abrazaba mi espalda y mi pecho como lo hacían tus brazos?

¡Imposible! Estás aquí, eres omnipresente porque en el tiempo y el espacio podrás estar en otro lugar, podrás creer que te fuiste pero en mi mundo, sigues siendo mi fuerza, mi inspiración, sigues siendo ese recuerdo que me llena de esperanza y que en momentos de dificultad me da refugio y hasta escucho tu voz diciéndome que todo estará bien. Tú eres evidencia de esa cualidad divina de que el amor nos hace trascender en otros, que amar es la mejor posibilidad para pasar el tiempo mientras la muerte llega, mientras la vida pasa.

Así, mi noche pasó, no trabajé en mis pendientes, únicamente rumié una y otra vez nuestra historia, los lugares, los sabores, los olores, las texturas, las sensaciones, mi mirada perdida en tus ojos, mi nombre en tus labios: Azul, era tan lindo escuchar mi nombre en tus labios que aún escucho tu voz pronunciándolo en esas noches de insomnio en las que los recuerdos me arrullan.

Así, pasan mis días, con la certeza de tu omnipresencia, aquí tengo lo que necesito de ti… Te Amo…

De visita en el pasado

de visita en el pasado3

A veces acercarse a esos lugares del pasado, donde se dejaron impregnados un sinfín de recuerdos es un riesgo innecesario. Hace muchos años y muchos kilos, viví una gran historia de amor que aún da esperanza a los peores momentos de mi vida, permitiéndome rumiar aquel pasado que con solo cerrar los ojos evoca un ligero y efímero sabor a paz.

Ese escalofrío que recorrió mi piel cuando me acerqué a aquel lugar, mi mirada se nubló y los recuerdos se desbordaron como lágrimas al estacionar mi auto, en ese momento, mi auto era el único refugio que me parecía seguro, ahí con un llanto desbordado recorrí una a una varias de las historias ahí vividas. Ahí encontré había encontrado el valor de vivir, el valor de ser, el valor de amar, el valor de creer hasta en lo más absurdo pero que me daba felicidad y plenitud.

Pero un día la despedida fue tajante, sin posibilidad de reencuentros, sin posibilidades de nuevas historias, y con ella, con esa despedida, una parte de mí se acabó, una parte de mí se murió con el final de nuestra historia de amor… justo es esa parte que, cuando te extraño, extraño de mí… Sí, extrañarte es evocar aquélla que fui a tu lado, aquélla que se creía capaz de pelear contra todo por los sueños, aquélla que creía que actuar bien, con pasión, con entrega daría los resultados soñados.

La vida es disciplina, trabajo… – decías – La vida es el «extra» para que lo ordinario se vuelva EXTRAordinario. No es cierto, mentiste. Eres una mujer inteligente y talentosa –me juraste – No, mentiste y si lo fuese, no sirve de mucho ahora.

Y no sabes el ahogo que se siente, la terrible opresión en el pecho al necesitar tanto tus palabras, tus brazos y al mismo tiempo, sentirme perdida y vulnerable y creer que si te veo la poca estabilidad que queda en mi mundo se desmoronará…

Y en aquellos años Benedetti siempre fue cómplice, tenía orden en las palabras para traducir nuestros besos y nuestras lágrimas. Cada poema compartido recostados en el pasto, cada cuento descifrado en compañía, Así… este poema fue nuestra despedida:

Chau número 3 – Mario Benedetti

Te dejo con tu vida 
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres

Hoy mi vida es un caos, hoy el miedo me acorrala, la tristeza me vulnera y ni mi trabajo, ni mi gente dan esa paz que necesito. Hay días en que cada puesta de sol me lleva al deseo de querer dormir y no despertar; cada amanecer me cuestiona ¿para qué? ¿para dónde?

sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro

¿Confianza? La traición demerita cualquier signo de confianza… los amores suicidas que a ciegas creen y se inmolan han devastado la confianza depositada en un sueño, la confianza de otros en mi sueño. Nada más imposible que creer que la realidad se construye con esfuerzo, trabajo y disciplina, la realidad, es, sólo es. Hoy, más insegura que nunca, hoy más vulnerable que nunca.

te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota

Descifrarme me llevó a aceptar que sin ti no soy, y sólo anhelo las respuestas sabias que en cada charla teníamos, y sólo añoro que La Promesa sea cierta y un día, en la eternidad encuentre tus brazos.

te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía

Tus dudas siempre fueron mis certezas, tu mundo daba sentido a creer en aquella Azul, aquella que derrotaría invencibles, que se coronaría de gloria no ante el mundo, sino ante su corazón y sus sueños.

pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono

Debí escucharte, debí tatuarlo en un lugar visible, ser cauta, saberme transparente y vulnerable de aquella oscuridad que no conoce de lealtad y verdad. Jamás me he sentido abandonada, has estado en cada noche en la que el insomnio me atormenta, en cada día en el que las preguntas sin sentido me aturden, en cada instante en el que intento creer que vale la pena continuar.

estaré donde menos lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos

Así ha sido, has estado en aquel cardenal rojo que en un día cualquiera se atraviesa en mi camino, en aquella frase de Benedetti que sin contexto se aparece en mi mundo, en aquel hombre con el que aún sin intención termino comparando contigo, en aquel sueño de encontrarte después de los días…

estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra

En un lejano horizonte… en mi sombra… ¡TE NECESITO!

estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen

Nadie, ninguno como tú. Ni antes ni después de ti me he sentido amada y plena. Ninguno de aquellos que me siguen con el valor de enfrentarse a una mujer como yo, compleja y simple, apasionada y apacible, intensa y débil. Mucho menos aquellos pobres hombres que creen que sólo soy una mujer frívola dispuesta al sexo de ocasión.

y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

En mi sueño, en mi vida, en mi mundo… Nada ni nadie más presente y ausente en mi mundo, nadie como tú que sin estar es el único hombre que da paz en sus palabras (recuerdos), que despierta el deseo y la pasión en la fantasía (de recordarte), nadie como tú…

 

Si me mata


Quien me conoce sabe que estoy lejos de ser una feminista a ultranza, de ésas que algunos tienden a llamar despectivamente “feminazi”. Soy una mujer adulta, plena y con instantes de felicidad que alcanzan para sobrevivir en esta inhóspita realidad. Bendigo la existencia de los Hombres hombres – que en otro relato describí – agradezco su existencia y todo lo que en complicidad con un hombre se puede disfrutar.

Pese a lo que muchos quisieran creer, no soy una mujer con un largo historial de amores, de hecho, con los dedos de una mano se contarían, entre ellos sólo a uno recuerdo como mi más grande amor, como el único hombre por el que me he sentido verdaderamente amada. Recientemente un lamentable suceso (el asesinato de una mujer en Ciudad Universitaria UNAM) generó un sinfín de protestas que dieron origen al hashtag #SiMeMata con frases con las que las mujeres referían sentirse en riesgo, y es que es tan cierto el acoso, es tan dolorosa la realidad social, que hasta las propias mujeres  alentamos.

Indudablemente, con vergüenza y dolor, reconozco que esta historia de la joven asesinada y las referencias que de esto se han hecho en redes sociales, me generaron una gran empatía. De hecho afirmo con total certeza que #SiMeMata una de las razones que lo justificarán será este blog MomentoAzul.com y el mundo que le ha dado la razón, al menos el mundo en el que me desenvuelvo cotidianamente, aquéllos que en más de una ocasión me ha dicho: “deja de provocarlo al escribir tantas estupideces”, por eso sé que ese mismo mundo avalaría mi muerte provocada por escribir, por expresar locuras y pensamientos.

Pareciera que sólo quienes hemos vivido el acoso podemos entender cómo una persona puede trastornar su vida al grado de sentirse culpable por vivir, por hacer lo que le gusta, lo que disfruta. vivimos en una sociedad egoísta, de una doble moral, donde aquel que hace algo diferente a lo convencional está mal. ¿Qué hay de malo en escribir? ¿En inventar un personaje (Azul) que recree relatos de fantasía? ¿Qué hay de malo es vivir historias a través de la escritura?

#SiMeMata será mi culpa, lo sé! Si me mata será porque estoy loca y he querido aferrarme a creer que merezco una historia de amor con un Hombre Hombre, porque ilusamente he creído que después de largas jornadas de trabajo puedo compartir un par de cervezas y una buena charla con un amigo, un hombre, con alguien; será porque yo decidí eliminarlo de mi vida por saber que no es alguien que me haga ser mejor persona.

Insisto, no soy una feminista empedernida que no acepta la existencia del hombre como un ser que complemente su existencia. Soy una mujer que ha vivido y sufrido el acoso, al grado de morir de angustia, al grado de sentir miedo de salir de casa, al grado de vivir bajo una paranoia que me hace recurrentemente infeliz. Un acoso enfermo que ha vulnerado una y otra vez mi paz, que me hace romper en llanto de coraje cuando pienso que si escribo tal o cual cosa, que si publico tal o cual cosa, que si salgo con tal o cual persona, que si hago tal o cual cosa: será mi culpa #SiMeMata.

Es una bajeza el acoso callejero, ése que no importa si vas de pants o vestido, maquillada o con la cara limpia, con tu hijo tomado de la mano o con una amiga riendo, ese acoso que a cualquier intento de hombre le da valor para soltar una frase soez que agrede en el tono y la intención, ese acoso que en una mirada desnuda de la forma más humillante, ese acoso que en lo cotidiano le da derecho a algunos hombres de ser vulgares en sus expresiones.

Nadie debiera vivir con miedo, ninguna mujer debiera sentir miedo de ser vulnerada por un hombre y mucho menos, que otras mujeres avalaran lo que el hombre abusivamente haga. Un hombre es tan hombre como el amor que pueda despertar; un hombre es tan hombre como protección y paz pueda dar ; un hombre es tan hombre como seguridad y confianza pueda inspirar; por ello, el término “poco hombre” es bien empleado para aquéllos que con intimidación y acoso se hacen presentes en la vida de una mujer.

Hoy, como Azul, como mujer, como ser humano, escribo con lágrimas de impotencia ante una realidad que no puedo cambiar, una realidad que en lo cotidiano y en lo fantasioso de este blog me lastima, lloro de tristeza ante una realidad que me duele en lo profundo del corazón porque socialmente tengo que aceptar que #SiMeMata será porque soy yo, porque seguiré escribiendo y luchando por encontrar mi felicidad a pesar de todo.

#SiMeMata mi mundo habrá tenido la razón… yo lo provoqué!

Un hombre Hombre


Benditas películas de princesas que a todas, aunque lo nieguen, a todas en algún momento de nuestras vidas nos hicieron pensar en ese príncipe Azul… y bueno, muchos de los actuales hombres están tan lejos de ser príncipes y aún más de ser Azules, y Azules en el contexto de lo que representa mi Momento Azul, mucho más.
Siempre que escribo, por supuesto que hay un Hombre en mi cabeza, en ese imaginario desde el que se construye la fantasía, pero el Hombre de estos relatos tiene una función sintáctica de adjetivo calificativo, no de sustantivo común; es decir, Hombre es una cualidad que no todos los seres humanos de género masculino tienen, un hombre Hombre es más que un macho, más que un semental, más que un burdo ejemplar cuya única fortaleza está en sus músculos (no en su intelecto) y de ésos, hay muchos, he de confesar graves tropiezos en mi vida con esa subespecie.

Un hombre Hombre, o sea, con valor agregado de adjetivo calificativo, es más que el príncipe que nos imaginábamos de niñas, con el que nuestras madres nos mentalizaron que habríamos de encontrar para convertirse en padre de nuestros hijos. Cuando escribo, pienso en el Hombre que se describe tácitamente en una frase que varias veces he leído por ahí:

“Una mujer será tan niña como la consientas, tan dama como la trates, tan inteligente como la retes, tan sensual como la provoques”

Justo ese Hombre que connota la frase es el que está presente en mis fantasías, en mis relatos:

“…tan niña como la consientas…” Ese Hombre sabe consentirme con mensajes casuales que en medio de lo rutinario del día me roben una sonrisa; con un detalle que dé evidencia de que me conoce, que conoce mis gustos y antojos; que recostados sobre la cama, “peleemos” por escoger la película y terminemos decidiéndolo en un “volado”. Nada más seductor que un Hombre divertido, que en la simpleza de una buena charla me haga reír.

“…tan dama como la trates…” Nada más halagador que ser tratada como una dama, que las palabras sean las correctas, que sepa que no todos los besos son iguales, no es el mismo beso el que a solas busca encender el deseo para una gran noche, que aquel beso que en medio de la escena cotidiana se puede dar en público. Ser tratada como una dama es la atención más sublime que un Hombre puede tener, ser tratada con cortesía, con atención y con interés es un trato natural que no representa, necesariamente, el pago obligatorio de las cuentas ni tener que abrir la puerta del auto como un recurso automático.

“…tan inteligente como la retes…” nada más atractivo que un Hombre inteligente, con el que puedas conversar, con el que sepas que encontrarás una charla con sentido, con el que puedas debatir y argumentar sabiendo que siempre habrá una discusión enriquecedora. Un Hombre culto y educado que lo mismo converse de trivialidades, como te problemas mundiales intentando resolverlos en una charla sobre la cama. Un Hombre que resulte admirable por lo que hace y dice, que resulte tan placentero platicar con él que hacer el amor (bueno, casi).

“…tan sensual como la provoques.” ¡Qué parte más divertida de la frase! Creo que la sensualidad es algo inherente a las mujeres, es como un chip instalado en la programación genética del género femenino y es tan delicioso que exista alguien capaz de activar ese chip. No cualquier hombre tiene la sensibilidad para provocar la sensualidad, para encender el deseo. Un Hombre Hombre, tendrá una frase certera, un roce casual, una mirada sutil que desnude, una mirada casual que provoque… La respuesta a la provocación de un Hombre estará en responder con sensualidad, que no necesariamente está en un escote pronunciado o un insinuación descarada, la sensualidad está en la mirada, en la manera de conversar, en la manera en la que una mujer juegue con mis manos y mi cabello, en el movimiento de mis labios al hablar, en lo que haga imaginar al rozar mi lengua los labios… en cualquier gesto que busque ser una sutil insinuación de lo que podría hacer en su piel.

En fin, me declaro fan de los Hombres Hombres, me encanta atender sus sutiles fantasías. Me considero una mujer plena, que disfruta la diversión ingenua con un buen hombre, que le gusta ser tratada como una dama, que se sabe inteligente y, de la sensualidad, lo dejo a su criterio… aunque debo aceptar que hay otra frase que sirve para cerrar este relato: “A los hombres de mentira les quedan grandes las mujeres de verdad”. Saludos…

 

Lo que se fue

El 2016 fue sin duda un año difícil, un año que inició con la esperanza de una historia de amor que se convirtió poco a poco en una cruel aventura de realidad en la que “reinventar la manera de amar” ofreciendo sexo por amor no fue suficiente para que el amor fructificara… fue un año en el que mi mundo de cimbró casi de la misma manera que hace casi 10 años, cuando la perfección de la esfera en la que vivía se quebró y cayó desmoronándose por completo.
La historia de desamor de este 2016 me acercó a una realidad muy triste, la vulnerabilidad que durante semanas viví me enfrentó a un pasado vivo, un pasado que no he superado –y no sé si superaré algún día-. Me arrastró a una soledad profunda donde todo el mundo me parecía lejano, donde mi gente estaba lejos de estar conmigo.

Este año, ser Azul me convirtió en un personaje al alcance de todos aquellos que a través de la lectura de mis relatos podían hacerme suya desde de la fantasía. A través de los relatos reinventé una realidad vacía, una realidad que necesitaba de la fantasía para sobrevivir. Ser Azul me hizo vulnerable ante los ojos de varios “hombres” que suponían que mis relatos eran un menú a la carta que ellos podían seleccionar para tener su propia historia conmigo.

A través de este blog quise reescribir la realidad, quise hacer de la fantasía la única opción para no ahogarme en realidad, en vacío y en soledad. Cada Momento Azul representó un grito desesperado por encontrar sentido en medio del sinsentido cotidiano. Quise hacer de cada relato un reto para mis lectores en general, sin destinatario ni remitente. Quise retar desde la aventura de ser Azul, a que alguien estuviera dispuesto a descubrir quién soy, quién realmente soy, quién escribe su realidad desde la fantasía.

Ser Azul deja muchas experiencias, buenas y malas, así como la vida misma. Buenas: pude equilibrar un poco mi vida, escribir siempre ha sido algo que disfruto, y hacerlo desde este espacio permitió que cada Momento Azul sopesara la cotidianeidad tan vacía. También fue bueno cada uno de los comentarios positivos que recibí; el tiempo que mi gente dedicó para leerme y comentar. Fue bueno imaginarme esa mujer, esa Azul capaz de provocar sensaciones, esa Azul segura de sí misma, segura de su sensualidad, de su pasión, de su mundo.

Malo: unos cuantos “hombres” que –por sus limitaciones intelectuales – me confundieron con una mujer fácil dispuesta a satisfacer al mejor postor, aquellos “hombres” básicos que quisieron poner a prueba su hombría retando mi fantasía, pero siendo incapaces de entender mi realidad. Y no hablo de esos hombres interesantes, que aceptando el reto de la fantasía me imaginaron suya, siempre desde el límite del personaje, desde la propuesta literaria de este espacio, a ellos les agradezco sus halagos.

Quisiera creer que el año que terminó dejó aprendizaje, que el dolor y vacío que aún de momentos se siente se llenará muy pronto de lecciones aprendidas que no permitirán que me vuelva a equivocar. Quisiera creer que la aventura de ser Azul me hará más libre y no rehén del pasado y de esos “hombres” que sólo me asocian con una mujer fácil para sexo de ocasión.

El año que se fue, descubrió un mundo de fantasía, un mundo que desde la escritura me permitió ser Azul, y como Azul ser más yo, más natural y más libre. Esa mujer que se seca las lágrimas para inventar una fantasía seguirá escribiendo, reescribiendo la realidad a través de un Momento Azul… ¿me acompañas?

 

Sabor Vainilla

Soy una mujer intensa, no puedo vivir de otra manera que no sea apasionándome por lo que me gusta, por lo que creo, por mi gente… y eso no es bueno del todo, menos cuando mi salud me lo reprocha, cuando mi salud me recuerda que los años pasan y los kilos se quedan, cuando mi salud enciende signos de alerta para poner una pausa, dar un respiro y por supuesto, se convierte en el pretexto ideal para dejarme consentir…

Todo inició un día de esos extenuantes, donde el cansancio era más que evidente, de esos días en los que necesitaba unos oídos atentos para conversar y unos brazos cálidos dónde acurrucarme por las horas que durara la noche… y ahí estabas tú, tú en esa habitación sólo para nosotros:

Sobre un mueble un par de velas que iluminaban sutilmente el lugar impregnado por un delicioso aroma a vainilla, un olor sutil que invadía todo el lugar y que como respuesta a ese estímulo sensorial me hizo recostarme sobre la cama, boca abajo, con los ojos cerrados, aún con el atuendo del día laboral, aún con los agotadores zapatos de tacón.

Era una escena rica, relajante, dispuesta para el placer que me desconectara del mundo por unas horas… Tratando de consentirme pusiste en tu teléfono una poesía que con la entonación de un experto decía:

“Mi táctica es mirarte aprender como sos quererte como sos mi táctica es hablarte y escucharte construir con palabras un puente indestructible”

Me parecía tan atinada la poesía de Benedetti recitada por él mismo desde tu teléfono, el olor a vainilla, la luz de las velas y el lugar en general, que hasta parecía una escena estudiada para la seducción. Todo era rico, la escena cumplía el cometido de abstraerme de mi mundo y llevarme a uno inventado, uno creado sólo para la ocasión.

Así, recostada quitaste mis zapatos, con delicadeza, con la gentileza de quien le preocupa el cansancio que mis pies sentían, con la generosidad de quien entendía la cantidad de escalones que subo y bajo cada día mi trabajo, casi con la ternura de quien entiende mis carreras y prisas.

Sentí tus manos avanzar por mis pantorrillas, sentí cómo cubriste mis piernas con un lienzo tibio, con pudor, con toda la intención de no inquietarme, de hacerme disfrutar sin la necesidad del sexo como trámite del encuentro. Mi conciencia estaba cada vez más adormecida, la poesía con voz tenue con acento extranjero que provenía de tu teléfono, el olor a vainilla y la temperatura de tus manos, me tenían en un estado de indefensión total, absolutamente relajada.

Sentí como tus manos acariciaban mis piernas sobre mi pantalón, la calidez de tus manos, combinada con la textura de mi ropa recreaban una sensación muy disfrutable. No sé en qué momento ni cómo, pero venciste la barrera de la ropa, mi pantalón ya estaba tirado a un costado de la cama, pero mis piernas aún estaban cubiertas por el lienzo tibio que habías puesto. Sentí cómo tus manos comenzaban a subir hacia mi espalda, entre la blusa y mi piel, las yemas de tus dedos hacían un recorrido suave, apenas rozándome.

La blusa desapareció, mi espalda quedó libre para que tus manos la recorrieran… quitaste el lienzo que cubría mi cintura y mis piernas, por varios segundos me observaste, como si te pareciera atractiva, como si te gustara. Sentí las gotas de aceite que caían en mi piel y cómo tus manos, fuertes, grandes, esparcían desde mi cuello hasta mi cintura la consistencia suave del aceite. El roce de las yemas de tus dedos en mi espalda, templaba mi piel, la fricción de tus manos relajaba mi espalda y hacía que mi imaginación volara…

Mi cuerpo estaba inerte, perdido en el cúmulo de sensaciones que tus manos despertaban. El olor a vainilla era cada vez más intenso y la luz de las velas cada vez más tenue, parecía que se extinguiría, justo en ese momento, cuando mi cuerpo más relajado estaba, después de no sé cuánto tiempo porque había perdido la noción de los minutos o las horas, justo cuando parecía entrar un sueño profundo, sentí un líquido frío que caía en mi espalda, sentí cómo corría sobre mi piel hacia los costados y vi que sostenías una copa de vino tinto en tu mano…

Era delicioso sentirte, escuchar poesía, respirar ese ambiente sabor vainilla… las velas se consumieron, la habitación quedó a oscuras, volteaste mi cuerpo para quedar boca arriba y tú recostado junto a mí, escuché tu voz en mi oído:

“Tu belleza es digna de los dioses, un manjar de la perfección celestial, capaz de llevar a la perdición a toda legión… Tus curvas Venus de Milo, tu piel suave que deja mi corazón tranquilo… imposible no perder la rezón en la llanura de tu cuerpo en armonía la nota perfecta de mi canción.”

Cerré los ojos, caí en ese sueño profundo del que no supe si tus caricias eran parte del sueño o de la realidad, al final, saboree en tus labios un beso dulce, un beso con el sabor la vainilla que estuvo presente en nuestra noche…

Imagíname


Sé que algunas noches me piensas, relees algunos de mis relatos y te imaginas siendo el protagonista… Sé que en algún momento me deseas, me observas a la distancia pretendiendo ser discreto pero tu mirada me desnuda y me besa lentamente… Sé que aunque en algún momento te preguntas cómo será una noche conmigo, esa noche que jamás te atreverás a vivir…
Imaginas que te dejas seducir por mí, por mis labios, por mi lengua recorriendo tu piel. Imaginas esa habitación vacía que se llena de pasión en instantes, que se impregna de olores y sabores, donde la luz tenue de las lámparas te permite ver la silueta de mi cuerpo, aún vestido, sobre la cama. Es un espacio cálido, sin ruido, parece alejado de todo, del mundo, de ese que finges huir pero no te decides.

Esa habitación te parece perfecta para una escena de aventura ocasional, justo como lo esperas, justo como sólo tu imaginación podría describirla: la cama es amplia cubierta por sábanas blancas; una pequeña estancia con una mesa al centro, justo ahí colocas una botella de tequila y un par de caballitos, sirves un poco en cada vaso y desde ahí, me llamas observándome seductoramente mientras bajo de la cama y camino hacia ti.

Te represento esa fantasía que deseas pero no te atreves, esa fantasía de otros lectores de Momento Azul quienes imaginan que en mi vida todo es sexo y pasión. Así, en esa escena que me supone fácil para ocasión, te sientas a mi lado mientras bebemos tequila. Juego con las yemas de mis dedos humedeciéndolos en mi tequila y rozo con ellos tus labios provocando que persigas mi mano…

Dejo los lentes sobre la mesa, te recuestas en el sillón y te beso tiernamente, despacio, sin prisa, como si la noche fuera eterna y tuviéramos tiempo para todo, para todo eso que has imaginado y no has vencido el miedo de intentarlo. Beso tus labios, saboreándolos, avanzo hacia tu cuello mientas con mis manos juego en tu cabello. En tu cuello juego con mi lengua, con trazos simples apenas rozándote, apenas trazando un boceto de la noche que nos espera…

Me quito mis zapatos y me arrodillo frente a ti para quitarte los tuyos. Sobre tu pantalón te acaricio con mis manos, dando un masaje suave, muy suave y despacio que te hace cerrar los ojos y seguir imaginando… Sientes mis manos en tus pantorrillas, tus rodillas, en la parte interna de tus muslos… sientes ese recorrido pausado y delicioso. Disfrutas, disfrutas mucho…

Así, en tu imaginación quizá has delineado la escena con detalles, y sabes que disfrutarías, sabes que quizá tu imaginación puede recrear escenas pero no sensaciones.

Me levanto de la posición en la que estaba, bebo un trago de tequila y te beso para compartir el sabor, te beso apasionadamente, dejando que mi lengua juegue en tu boca, que mis labios aprieten los tuyos, que el deseo desborde y que la cama nos llame. Me tomas por el cuello me acaricias con fuerza bajando hacia mi espalda, muerdes suavemente mis hombros y en un instante quedo recostada sobre el sillón.

Ahora tú estás de rodillas, a un lado del sillón, haces una pausa en las caricias para observarme, para desnudarme antes con la mirada que con tus manos. Hago mi cuello hacia atrás, dejando mi pecho dispuesto para que me devores a besos, dispuesto para que tus manos reconozcan la textura de mi piel, la temperatura que continúa encendiendo el deseo.

Sé que lo has imaginado, y ¿sabes algo? …haces bien en imaginarme.  Imagíname, porque una mujer como yo, jamás estaría con un hombre como tú,  de ésos que suponen que en mi vida todo es sexo y pasión pero jamás se atreverían a descubrir si es verdad o fantasía!

Una mujer complicada

una-mujer-complicada

 

Sé que a algunos hombres les causo curiosidad, quizá porque me imaginan como una mujer fácil dispuesta a vivir una aventura para del sexo ocasional, o quizá me vean como una mujer frívola que sólo espera recibir halagos a propósito de sus encantos. No lo soy, ninguna de esas dos versiones soy.

Sólo soy una mujer complicada a quien lo simple le hace feliz…

Soy una mujer a quien le hace feliz unos brazos fuertes que un abrazo detengan el tiempo, que estando en ellos sienta que no podría existir un mejor lugar para encontrar un poco de paz. Unos brazos cálidos que conforten los pensamientos, que se conviertan en la mejor medicina para cualquier diagnóstico,  que tengan el efecto de un analgésico o un relajante muscular.

Soy una mujer complicada, a quien la simpleza de bailar salsa toda una noche le hará disfrutar del lenguaje de dos cuerpos que a ritmo guapachoso se olvidan de todo, que imaginando la historia detrás de la letra cualquier salsa romántica, podría construir una fantasía deliciosa mientras bailamos con sensualidad y cadencia ese sensacional ritmo.

Soy una mujer complicada, que se deja cautivar por una plática inteligente, de temas simples o profundos, pero con argumentos claros y honestos. Soy feliz en una charla amena con una cerveza bien fría o un café caliente y cargado, donde apasionadamente pueda defender a capa y espada a mi equipo de soccer o hablar de religión o política. Soy feliz en una charla en la que encuentre oídos atentos y palabras inteligentes para conversar.

Soy una mujer complicada que sucumbe ante la simpleza de un trato gentil que comparte con cariño un detalle, una flor cortada en el camino o comprada en la esquina, un pan dulce para acompañar mi segunda taza de café mañanero, un chocolate que dé energía para terminar mi jornada de trabajo por la tarde, una poesía sin métrica que en la acción diga más que en la rima.

Soy una mujer complicada que se deja seducir con un beso en el cuello que me haga cerrar los ojos, por una caricia en la espalda que dibuje trazos sencillos que despierten el deseo, por la cercanía de un cuerpo ardiente que traspase la ropa, por unas manos hábiles que desnuden mi cuerpo sin que mi racionalidad les cuestione.

Soy una mujer complicada que promete un cielo resguardado por vastos y diestros demonios. Un cielo que con diferentes matices de Azul describen la mujer que soy, sus pasiones, sus miedos, sus sueños, sus anhelos… Soy una mujer que vive en el límite del cielo y el infierno.

Soy una mujer complicada, a quien lo simple le hace feliz.

La pluma de mis historias

pluma

El otro día luego de haber leído el relato de la noche, un muy buen amigo me dijo: “Regálame una pluma con la que hayas escrito alguna de tus historias…” y fue una frase que hizo tanto eco en mi cabeza. ¿La pluma? Me hizo evocar aquellos cuadernos en los que en mis clases de universitaria intentaba atrapar los Momentos Azules de aquel entonces.

Hace ya varios otoños, cuando en la universidad conocí al amor de mi vida escribía y escribía para él, como todo universitario, había clases en la que era más entretenido pensar en el amor que escuchar lo que decía el profesor y más, cuando por la ventana del salón se veían inspiradores paisajes otoñales de pasto cubierto de hojas secas, de árboles secos y hojas bailando al ritmo del viento.

Los años pasaron, como toda historia de amor terminó, terminó en el terreno de la realidad pero con la promesa de que un día en la eternidad continuará… Hoy los amores apenas llegan a amoríos, a fantasías, a ilusiones para sentirme viva… pero la pluma y las hojas siguen siendo el medio para ser, para existir.

Siempre la escritura ha sido una pasión, una manera de traducir mi mundo, de descifrarlo con la ilusión de que las palabras escritas tengan más sentido que todos los pensamientos y sentimientos que revolotean en mí.

La pluma de mis historias es ese pensamiento arrebatado que desatina en la paz momentánea de mi vida y se traduce en una frase simple escrita en mi block de notas en el celular, para después ubicarla en una escena que dé lugar a un relato. La pluma de mis historias es la caricia casual que al roce casi accidental evoca un sinfín de sensaciones, jugando a que aún a mi edad se vale creer en el amor. La pluma de mis historias son las palabras que en conversaciones simples con mi gente dan sentido a los sinsentidos que en mi vida me mantienen al filo de las esperanzas y del dolor.

Hoy el sentido de este espacio es atrapar en palabras un Momento Azul efímero, imaginario o real, pero efímero, inmediato, que de no ser por porque hay un recurso escrito para cifrarlo, pasaría. Por eso hoy, el amor de hoy, la ilusión en el amor de hoy, requiere de este espacio… y entonces, la pluma de mis historias es cada una de las lágrimas que al escribir buscan ahogar una realidad que duele y dar vida a una realidad fantasiosa que a través de la imaginación aminore el dolor… son las lágrimas que entre la escritura nublan la visión de la misma manera que un beso robado a la realidad nubla mi juicio.

Esa pluma también está en las yemas de mis dedos, en esa caricia en sus labios cuando en un reto a la cordura le acaricio queriendo despertar a través de la tibieza de mis manos una fantasía que le lleve a devorarme a besos; está en la yema de mis dedos cuando entre sus cabellos busco escudriñar en historias del pasado que guarda su cabeza para hacer un espacio para la mía; está en mis dedos cuando intentando hacer el amor con él, quiero trazar sobre su dorso el lenguaje que dicte mi pasión para sentirme suya por un instante.

También, la pluma de mis historias es la humedad de mi lengua, cuando guiada por el deseo, explico en su oreja sin palabras que quisiera perderme entre sus brazos, que quisiera sentir sus labios recorriendo mi piel. Esa pluma también es la punta de la lengua que en una tarde cotidiana cerrando los ojos al mundo, juega con sus manos, lamiendo uno a uno sus dedos, recorriendo el dorso de su mano y mordisqueando las yemas de sus dedos queriendo que esa sensación recorra su cuerpo y evoque recuerdos conmigo.

Por supuesto que la pluma de mis historias, también está en mis labios, cuando en un ataque de ansiedad buscan saciar la sed de amor en su boca, cuando con más instinto que con técnica buscan su placer a través de las sensaciones que despiertan. Esa pluma escribe desde mis labios, con palabras, con besos, con caricias que inician en su cuello. Esa pluma, que al menos con él, parece ser de tinta invisible…

Sí, porque por más que esa pluma entendida como lágrimas, caricias, besos, etc. quiere comunicarle por escrito lo que pasa en mi vida, esa pluma sólo puede darle forma a historias imaginarias, a historias de fantasía en las que saberse el protagonista le resulta indiferente, donde saber de lágrimas o caricias le resulta lo mismo.

Por eso, la pluma de mis historias está sin duda la imaginación, esa imaginación que me hace convertir una tarde pactada de común acuerdo para dar rienda al deseo en una tarde de sexo complaciente cercano a la sensación de hacer el amor. Es la imaginación que me permite reescribir la realidad que duele como una fantasía que parezca medianamente divertida. La pluma de mis historias me deja escribir historias disfrazadas de lujuria para evadir el dolor del desamor.