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Cocinando el amor

Aquella tarde las circunstancias nos convocaban en torno a la mesa, habría que deleitar a los comensales, aunque el lugar era conocido, estábamos ajenos a nuestros mundos. Aquellos que sabían quiénes éramos, esa tarde nos observaban desinteresados a lo que nuestras miradas se decían, a lo que los roces accidentales despertaban, estaban ocupados en saborear lo que habíamos preparado.
Era excitante el juego de ignorarnos, de besarnos y acariciarnos solo con las miradas, dejando que los otros creyeran real la cordura que aparentábamos disfrazándo nuestra locura.
En mi mente aquel lugar (la cocina) era un escenario perfecto para la imprudencia, para que, luego de lavarme las manos con las manos frías y húmedas, acariciara tu cara pausadamente, enfatizando en la textura de tus labios, como delineando su contorno con la yema de mis dedos. Luego, al estar apoyada sobre la mesa, me abrazaras por la espalda, llevando mi cuerpo hacia ti, besando mi cuello, recorriéndolo apenas con la punta de la lengua mientras tus manos buscaban debajo de mi blusa el calor de mi piel.
Aquellos observadores estaban ciegos a lo que pasaba por nuestra imaginación, sus bocas pronunciaban palabras sordas para nuestros oídos absortos de aquello que estábamos viviendo desde la fantasía.
Por momentos era indispensable convivir con ellos, con aquellos conocidos, pero ahora ajenos a nuestra historia. Lo hacíamos con simpleza, con indiferencia solo para sabernos parte de esa falsa cordura. Éramos cómplices de las sonrisas que nos ubicaban en nuestra propia escena, esa sonrisa que nos regresaba a la sensación de tus manos en mi piel, de tu aliento en mi cuello, de la cercanía de nuestros cuerpos, de la necesidad de ser uno en el placer consumado.
Cerramos los ojos para no ver al mundo y nos robamos un beso en el que saboreamos el deseo, la travesura y, sobre todo, la impaciencia por huir a un lugar privado, íntimo, en donde dar rienda suelta a la pasión, a la locura. Ese beso clandestino de apenas unos segundos nos supo a eternidad.
De manera intermitente íbamos de la realidad a la fantasía, de ese espacio físico compartido con aquellos -en ese momento- extraños al lugar que compartíamos en la imaginación, a las caricias que con las miradas nos hacían estremecer; de aquella mesa con una conversación trivial a la cama donde ya no serían necesarias las palabras.
Cada roce inocente aumentaba el deseo, cada frase decía entre líneas la más sutil propuesta de huir. Los otros, ignorándonos o más bien, jugando a ignorarnos, nos observaban con una distancia mental para no ver lo que nuestra fantasía dictaba en nuestra imaginación.
Finalmente, los conocidos desaparecieron y no era necesario jugar a la cordura. Me senté sobre la barra de la cocina, te acercaste a mí para continuar con aquel beso apresurado, ahora sin prisa, se prolongaba mientras apretabas mis muslos, te dehacías de mi playera, desabrochabas mi pantalón; ya no había tiempo de otro lugar, la locura contenida durante las horas previas se apoderaba de nosotros.
Pusamos el beso, llevé tu cabeza hacia mi pecho, abrazaba tu espalda acecandóte lo más posible contra mí. Escuchábamos que caían platos, cucharas, dejábamos que ese espacio fuera nuestro. Me tomaste entre tus brazos y humíos a la sala para terminar la escena que habíamos fantaseado toda la tarde, para saborear el amor que habíamos cocinado desde la fantasía varias horas antes…

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Palabras al viento

No basta con que la vida nos llene de pretextos y circunstancias casuales, no basta con los suspiros en la fantasía durante mis noches de insomnio, no es suficiente hablarle al viento suponiendo que mis palabras llegaran hasta tus oídos, ni me basta con la tortura de preguntarme si me piensas como yo te pienso. 

La vida solo cobra sentido a través del amor, la vida se sabe vivida cuando la intensidad de las miradas besan con pasión y el sinsentido de las palabras busca ser callado a besos. La vida necesita amor para que el tedio de los días no se proclame vencedor en una cama fría y vacía cuando llega la noche. La vida necesita de amantes que hagan historia a pesar de sus cicatrices y fantasmas, con todo y sus anhelos y sus sueños. 

La realidad hostil y aberrante no puede vencer, no puede reírse de los pretextos y casualidades que nos convocan y al mismo tiempo nos vuelven ciegos y mudos. La vida necesita historias de amor, de amantes y pasión, de valientes, de amores dispuestos a jugarse, quizá, sus últimas esperanzas por un beso que haga vibrar el alma, por una caricia capaz de convertir una noche en magia. 

El amor silencia los fantasmas, acaricia las cicatrices, fortalece los sueños, pero requiere valor, mucha valentía para no quedarse solo en la fantasía, en relatos escritos sin destinatario o declaraciones hechas entre líneas en conversaciones triviales que nos acerquen un poco. 

A veces la realidad me arrastra y me ahoga en un mar de lágrimas, otras veces la fantasía me salva y transforma el llanto en sonrisas pícaras, pero al final estoy cierta que, en medio de la absorbente realidad y la esquizofrénica fantasía, hay una constante: quisiera encontrarte, entregarme en tus brazos y en un beso perder la cordura y retar al destino. 

Valor, valentía, arrojo, no sé qué necesite para convertir las palabras al viento, en una confesión: «me gustas, mi mirada te besa cuando hablamos, mis ojos se pierden en los tuyos intentando encontrar una respuesta a las preguntas que no te he formulado, busco un roce casual de nuestras manos con el deseo de hacer vibrar tu piel.»

Pero no, entre el anonimato de mis confesiones pasa el tiempo con un juego inquietante en mi cabeza, preguntándome si me lees y te sabes el protagonista de mis palabras… Así, pasan los días y las semanas y nada más efímero que el tiempo y más, cuando la veteranía y el tedio parecen acelerar su paso. Quizá un día, con menos miedos, con menos qué perder el destino me dé una buena partida y las cartas valgan la pena para lanzar mi última apuesta. 

Mientras, entre la fantasía y la realidad te mantendré cerca, procurando que sientas cómo te beso con la mirada, cómo coquetean mis palabras… y, si en algún momento quieres confirmar si eres el destinatario de mis palabras al viento, solo bésame y lo sabrás… 

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Amanecer

Antes de que la alarma de mi teléfono me recordara que era un nuevo día, sentí tus labios recorrer mi cuello, aún adormilada sonreí para darte los buenos días, me acurruqué contra tu cuerpo queriendo creer que aún era de madrugada. Sentí tus manos deambular sobre mi cuerpo, recorrer mi vientre, mi cadera y mis piernas. Yo me resistía a creer que estaba por amanecer, que nuestra noche había concluido.

Así, disfrutamos por varios minutos, sin palabras, solo entre besos y caricias, hasta que el reloj amenazaba con apresurarnos para continuar con la vida que fuera de aquella habitación nos esperaba. En un beso que nos despidiera de este encuentro iniciaste en mi boca, mordiendo mis labios, luego lamiendo mi cuello y mis hombros, avanzando para saborear mis senos, devorando centímetro a centímetro mi piel hasta llegar a mi vientre y conseguir beber de mí, haciéndome olvidar que la alarma sonaba y de la hora que marcaba el reloj. 

Extasiada, inerte sobre la cama no podía articular palabras, solo sonreía y mi sonrisa no necesitaba explicación, mi sonrisa solo necesitaba que no te separaras de mí, que tus manos estuvieran en contacto con mi piel, que tus labios pronunciaran mi nombre: “Azul, te amo”, que tus ojos me observaran con deseo diciéndome que te gusto, que mi cuerpo te parece atractivo y excitante. 

Estaba perdida en esa sensación que seguía recorriendo mi cuerpo que mantenía acelerado mi corazón y, sobre todo, que hacía inevitable la sonrisa que le habría de dar sentido mi día, a mi semana o al tiempo que tuviera que transcurrir antes de nuestro próximo encuentro. Silenciaste el teléfono que estaba perdido en algún lugar de la cama, besaste mis labios con ternura como una tácita invitación para levantarnos e irnos a bañar. 

Nos levantamos de la cama, nos abrazamos en silencio, con los ojos cerrados, recapitulando lo placentera que había sido la noche, reviviendo lo delicioso que fue acariciar el cielo una y otra vez, lo mágico que había sido sentirnos hambrientos y satisfechos de placer. Nos quedamos frente al espejo por unos minutos observando nuestro reflejo, viendo mi desnudez abrazada contra tu cuerpo, hablándole al espejo me dijiste nuevamente: “Azul, te amo”, le di la espalda al espejo para quedar frente a ti y en un beso sin prisa agradecer a la vida el tiempo compartido. 

Fue una ducha deliciosa, lo cálido del agua que recorría nuestros cuerpos mientras nuestras manos frotaban con amor nuestros cuerpos, no decíamos mucho, nuestros cuerpos por sí solos se comunicaban con las caricias, las miradas y las imborrables sonrisas en nuestros rostros. Robábamos el mayor tiempo posible al reloj antes de incorporarnos a las actividades cotidianas, nos vestimos con pausas, entre besos y caricias. Mi memoria evocaba una y otra vez los “te amo” pronunciados durante la noche, al amanecer. El cansancio físico que expresaba mi cuerpo se compensaba con el número de veces que entre tus brazos exploté de placer. 

Sin piedad el reloj avanzaba su paso, ajeno a nuestros pensamientos, ajeno a nuestro mundo. Teníamos que partir para incorporarnos a nuestros otros mundos, tomamos un tiempo para abrazarnos, para inhalar el olor de nuestra piel, para reconocer la sensación de pertenecernos juntos o a la distancia, pertenecernos en el pensamiento en el que nos refugiamos cuando el caos nos invade, cuando por teléfono compartimos apresuradamente parte de ese caos. 

Piénsame

PIENSAME

Piénsame con aquella sonrisa inocente de cuando nos conocimos, recuerda el brillo de mis ojos enmarcado por las pecas que el sol hacía resaltar aquellos días, imagina mi caminar cuando me observabas alejarme de ti, caminando sobre el pasto, perderme a la distancia, sonríe con mi recuerdo y cierra los ojos para evocar el olor de mi piel, el sabor de mis besos, lo cálido de mi aliento  sobre tu pecho.

Así será, sólo un recuerdo, solo aquella historia que el destino nos prestó para sabernos vivos, solo aquella aventura que con la que desafiamos al mundo y la realidad… Y la vida sigue, y seguirá como siempre, con los que están, con los que se quedan, con los que nos encontraremos más adelante en el camino, con los que serán recuerdo y nostalgia, con los que serán ilusión y esperanza.

Piénsame, no olvides aquel primer beso robado a la realidad, aquel primer trago compartido en nombre de la celebración casual, aquella caricia donde tus manos recorrieron por primera vez mi espalda. No olvides el color de mis ojos y ni el delineado de mis labios, la sensación de mis manos recorrerte, la humedad de mi lengua sobre tu piel, el tono sutil de mi voz en tu oído mientras hacíamos el amor. No me olvides.

Haz el recuento de aquellas charlas sin prisa compartiendo el día a día, rememora mi voz acelerada y ansiosa por decirte un sinfín de aventuras, guarda en tu memoria mi sonrisa mientras platicábamos. Recuerda mis hermosas piernas que atrapaban tus miradas y despertaban tu imaginación, mis hombros y mi cuello que desde lo simple te invitaban a la seducción.

Piénsame, piensa en aquella primera vez que hicimos el amor, aquella noche en la que tus brazos me cobijaron mientras tus pensamientos me desnudaban, aquella noche en el que el roce de nuestros cuerpos encendía el más ardiente deseo por pertenecernos, aquellas sensaciones de mis labios recorriéndote, de mis labios devorándote. No olvides la paz que se respiraba sobre aquella cama exhaustos después de consumirnos el placer.

Guárdame en la memoria del corazón, esa que es selectiva y exclusiva, ahí donde nadie jamás pueda vulnerar mi recuerdo, ahí donde ni el tiempo ni tus nuevas historias puedan borrarme. Guárdame en ese lugar en el que con sólo cerrar los ojos puedas verme, en ese lugar de donde pueda salir cuando una canción me llame, ahí donde alguna noche de soledad puedas encontrarme para acompañarte a la distancia, para decirme que aún me quieres…

Piensa en mí, en que quizá no era nuestro tiempo, no era nuestra historia, pero ten la certeza de que sí fue nuestro amor, que en cada beso y cada caricia saboreabas un pedacito de mi alma; que en el placer compartido en el sexo, hacíamos el amor, lo hacíamos con los ingredientes ideales para disfrutar no únicamente de las sensaciones físicas que de sobra se desbordaban en nuestros cuerpos, sino en la plenitud de una entrega total, de un placer genuino.

Piénsame, no me olvides. Mujeres mejor que yo, algunas; peores que yo, muchas; pero una mujer como yo, jamás encontrarás en tu vida. Una mujer que bese con la mirada, que haga el amor con la escritura, que sonría con el tono de voz, jamás…

No me olvides…

Me deseas

Me deseas cuando intentando huir de nuestros pensamientos conversamos trivialidades, cuando el discreto delineado de mi boca atrapa tu mirada mientras la humedad de mi lengua recorre sutilmente mis labios. Me deseas porque imaginas que en el movimiento natural de mis labios al hablar te devora, que no son mis palabras las que te conquistan, sino los besos que estas callan.

Me deseas como se apetece aquello que se supone propio, imaginando el sabor de mis besos, el olor de mi piel… como aquello que se anhela como un trofeo merecido y ganado por circunstancias de la vida, ganado con un esfuerzo de cortesía y galantería que juegan al amor. Me deseas fantaseándome tuya en aquellas noches en las que nos despedimos de la fantasía y nos sumergimos en la realidad, en aquella despedida cálida a la distancia que se queda haciendo eco en tus pensamientos.

Y entonces me imaginas frente a ti, viéndome jugar con mi cabello un poco nerviosa, un poco queriendo que tu mirada me siga, que tu mirada perdida en mis ojos lea mis pensamientos, sugiriendo un abrazo que nos acerque tanto como sea posible, un abrazo donde se sienta el acelerado latir de los corazones para que después, comiences a besar mi cuello mientras mis manos se sujetan con fuerza a tu espalda.

Imaginas con deseo cómo la textura de mi blusa de te invita a que la toques, a que sientas que la tibieza de mi piel traspasa la ropa para que con delicadeza y prontitud la hagas desaparecer en segundos. En un recorrido visual avanzas desde mi mirada, bajando hacia mi boca, saboreando mis hombros hasta que tu lengua se acerque a recorrerme mientras tus manos ansiosas me toman por la cintura.

Me deseas porque reto tu fantasía, porque en mí encuentras a esa mujer inexplicable, porque imaginas una piel tersa cuando lo que existe es una piel cubierta de historias, miedos y cicatrices (algunas visibles y otras profundas); porque imaginas un cuerpo ardiente en pasión, cuando lo que existe es un cuerpo tibio en busca de un tierno cobijo. Me deseas porque me supones una mujer seductora y atractiva capaz de volverte loco entre besos y caricias, cuando en realidad subastaría todos esos besos y caricias a cambio de un amor de verdad.

Y mi voz te provoca. Y aquella imagen que celoso guardas de mi sonrisa te inquieta. Y la distancia te reta. Y me deseas porque esa sensación te hace suponerte capaz de conquistar la piel y el corazón de una Mujer muy Azul, capaz de seducir a aquella que en tu imaginario se dibuja como una mujer fascinante y seductora, inteligente y apasionada. Me deseas como un reto, como una aventura que luego de la conquista podría ser solo una más de tus historias.

Me deseas sin imaginar siquiera la realidad que encontrarás en el instante en el que tus labios saboreen aquel primer beso en la intimidad, sin saber los demonios que despertarán en el instante en el que cierre los ojos para entregarme al momento íntimo que hemos imaginado y sintiendo cómo tus labios devoran los míos, cómo tu lengua acaricia la mía… Me deseas sin imaginar que soy más que fuego ardiendo debajo de mi ropa, que soy más que una piel ansiosa por sentir tus manos recorrerme, más que un mundo de historias de fantasía necesitadas de un protagonista, soy más que la historia en una cama…

Me deseas sin imaginar los demonios del amor que viven dentro de una mujer como yo, sin dimensionar siquiera el cielo que promete la intimidad con una mujer Muy Azul, sin saber la dulzura que puedo entregarte en un beso, al final, exhausta, después de hacer el amor…

Podría enamorarte

podría enamorarte 01

Podría enamorarte pero no, si te enamoro sabrías que soy más de lo que ves, más de lo que has imaginado en esas noches en las que nos despedimos de manera cordial y a la distancia, si te enamoro sabrías que mi sonrisa es un pedacito de alma que te entrego cuando disfrutamos las tardes compartidas, sabrías que mi mirada es transparente y franca cuando me observas fijamente queriendo encontrar algo más.

Podría enamorarte, créeme, no necesito hacer mucho, solo ser yo, sólo recostarme en tus brazos mientras te cuento mi día a día, mientras se escapan un par de lágrimas provocadas los recuerdos que te comparto, mientras rio sutilmente por un chiste mal contado o me altero queriéndome meter al campo de juego desde la televisión cuando disfruto el futbol.

Podría, pero no… eso sería tanto como internarme en tus pensamientos y robarte el sueño, sería tanto como esperar que sonrías cuando recibas una señal de mi parte, sería como suponer que ansías un encuentro conmigo que nos convoque compartir un café y sugerir el amor.

No soy una mujer fácil, en ninguno de los sentidos que esta palabra tenga. No busco aventuras ocasionales que den historias para mis relatos. No soy una mujer fácil porque entenderme es más complejo de lo que muchos imaginarían, de lo que pocos se han atrevido siquiera intentar. No soy una mujer fácil pero sé mis encantos, sé mis historias, sé seducir con la mirada y conquistar con los labios.

Sé seducir, conquistar, enamorar, sé AMAR. Podría hacerme necesaria en tu vida, que necesites un beso de buenos días que te dé ánimos para un día rutinario, que necesites un mensaje de media mañana que te abstraiga de lo cotidiano y me coloque en tu mente para que sonrías imaginándome, que requieras una llamada por la tarde compartiendo simplezas e insinuando el próximo encuentro.

Enamorarte es lograr que cierres los ojos y me encuentres en tus pensamientos, enamorarte es lograr me busques en tus sueños y despiertes imaginando el sabor de mis besos, enamorarte es proponerte un café que se disfrute en tus labios, es robarle el tiempo al mundo para un encuentro furtivo, es incitar el deseo de tenerme entre tus brazos desnuda en cuerpo y alma para cumplir tus fantasías.

No es difícil enamorarte, es tan sencillo como dar rienda suelta a mi esencia, como sonreír y hablar desnudando mi alma; tan simple como jugar con mi pelo mientras tu mirada se pierde en mis labios cuando acelerada te comparto mis aventuras del día; tan simple como tomarte de la mano y entrelazar nuestros dedos solo para saberte cerca.

Podría enamorarte, créeme, podría… pero eso significaría soltar a mis demonios, vivir mis pasiones y eso, eso, normalmente asusta… asusta a un hombre que no sabe qué hacer con los demonios del amor que viven en una mujer como yo…

Te quiero…

Tan cierto es aquello que los amores verdaderos sobreviven al tiempo únicamente convirtiéndose en platónicos, que hoy eso eres para mí. Tan cierto es aquello de que parece que el amor, al menos el amor como el nuestro, existe únicamente en los libros y la poesía, que leo y escribo para amarte… Tan cierto es, que cuando te digo que te quiero, significa que quiero despertar contigo y ver la sonrisa de la luna creciente que nos saluda antes del amanecer cuando aún estamos recostados.

Te quiero como para que entiendas lo que pasa por mi mente cuando nuestras miradas en silencio se encuentren y que en un abrazo reconfortes aquello que solo tú entenderías. Te quiero como para que peleemos por la política y nos reconciliemos con la poesía, te quiero como para que recostados en el pasto al anochecer veamos las estrellas y busquemos a nuestros ángeles en el cielo y les compartamos lo delicioso que es detener el tiempo cuando nos tomamos de la mano.

Te quiero como para que al final del día me digas qué fue lo mejor o peor de tu jornada y en una noche cualquiera, juguemos a reconquistarnos compartiendo una botella de vino, viendo fotos del pasado, riendo y secando lágrimas de melancolía, hasta que sin saber cómo nuestra cama nos llame y terminemos haciendo el amor con la misma pasión que la primera vez.

Te quiero como para que avales mis locuras con una sonrisa compasiva, como para que seas cómplice de aquello que el mundo (mi mundo) considera impropio o arriesgado. Te quiero como para que tomados de la mano caminemos juntos sobre hojas secas en otoño o viendo el reverdecer de los árboles en primavera.

Te quiero porque necesito imaginar que quizá en otra vida, la historia será diferente, que tal vez un día nos reconoceremos en otras condiciones y nuestras almas se abrazarán. Entonces, el amor que solo en la mirada se expresa, se comunicará y la historia será diferente. Nos abrazaremos tan fuerte que nadie ni nada podrá separarnos, que nuestros cuerpos se pertenecerán desde el primer roce.

Huiremos en ese instante, comenzaremos a escribir una nueva historia, crearemos un nuevo mundo, donde el amor guíe el día a día, donde, en una tarde lluviosa, mientras yo escribo locuras en mi computadora, tú llegues con una taza café caliente y con un beso en el cuello, me digas que me amas y el brillo en tus ojos certifiquen la veracidad de tus palabras.

En ese nuevo mundo seré esa mujer que admiras, esa mujer inteligente, apasionada, sensual y erótica que te conquiste cada día, cada noche, con mi conversación, con mis besos, con el caminar que me acerque a ti para darte las buenas noches, con las noches de sexo complaciente que nos haga explotar en placer una y otra vez.

Entonces, te seguiré queriendo, y el tiempo parecerá eterno, el tiempo parecerá detenerse en cada beso, en cada caricia, en ese instante de placer que en la cama proclama momentos efímeros como eternos. La vida pasará sin prisas, sin que el mundo juzgue ni nosotros añoremos mejores tiempos, la vida hará eternos los instantes en los que la felicidad ahora pasa como agua entre las manos, los momentos en los que el eco de nuestra risa se graba en el corazón, los minutos en los que a ojos cerrados evoquemos las palabras que tanto hemos pronunciado entre lágrimas.

Te quiero como se quiere aquello que parece imposible, como se quiere aquello que se imagina tan real que da esperanza, que inyecta de ilusión los días más oscuros, te quiero como aquello que enciende el deseo, que se acaricia y congela la sensación que recorre mi cuerpo.

Te quiero como para esperar otra vida y encontrarte, te quiero ahora y también, quizá después…