Disfruta el juego

disfruta el juego

En un relato anterior había escrito que podía enamorarte pero no lo hacía porque no sabrías qué hacer con los demonios del amor que viven en una mujer como yo, hoy, rectifico: podría enamorarte pero los hombres como tú no se enamoran, únicamente juegan. También en otro relato te invité a hablarnos con la verdad, a ser franco para decirme si esto era un juego para asignarte turno, o si era en serio para dejar en espera a aquellos que tenían un turno previo al tuyo.

Disfruta el juego, baja la apuesta. Amar es algo pretencioso que no cualquiera se atreve a vivir, amar es construir historias cimentadas en verdades, amar es un riesgo con una apuesta a ganar, un riesgo que da vida. Aquí no hay amor, hay deseo y pasión, hay amistad y confianza, pero no amor. El deseo te permite imaginarme como una mujer atractiva capaz de cumplir tus fantasías para como parte de una aventura ocasional, cuando la vida y el destino nos dejen. El amor nos permite escribir historias en presencia y a la distancia, ser una historia real, no una aventura de fantasía…

Juega, juega mientras el destino te dé una partida de cartas que puedas usar, mientras el destino se deje retar y te permita salirte del guión y hacer una subasta de “tequieros”, juega a ganar hombría, a ganar nuevas experiencias para compartir entre amigos, juega a saciar tu ego masculino dándome placer una y otra vez. Juega, disfruta el juego que hoy te permite marcar las condiciones de esta apuesta, juégate tu resto con la certeza de que ganarás, de que duplicarás tu apuesta de ego.

Juega, pero no creas que soy yo el juguete, soy parte del juego. Otros, antes de ti, han propuesto el mismo juego, y aunque en su momento fue muy doloroso, hoy sé cómo se juega. He aprendido a bajar mi apuesta, he aprendido que por más segura que esté de mis encantos, estos no son siempre garantía de conquista, que por más que mi ego me haga sentir una mujer atractiva y seductora, a veces no alcanza para el amor, sino únicamente para saciar el deseo.

Juguemos, saborea mis besos, siente cómo mis labios te devoran y mi lengua te acaricia hasta colmarte de placer; siente mis manos acariciar tu cabello mientras mi boca te habla al odio; disfruta mi respiración agitada mientras besas mi cuello, muerdes mis hombros y acaricias mi pecho; recorre con tus manos mi cadera y mis piernas, llénate de mí y siente mi cuerpo arder en deseo. Juega a trazar aventuras de fantasía sobre mi vientre, a beber de mí el sabor del deseo, a recorre una y otra vez mi cuerpo desnudo apropiándote de él.

Hagamos el amor tantas veces como las casualidades nos lo permitan, aprovechemos los minutos como si fueran horas, las horas como si fueran noches y las noches como si fuera una vida. Déjame hacerte disfrutar de una y mil maneras, déjame sentirte, saborearte, recorrerte, reconocerte, inventarte y dejar el olor de mi piel en tu cuerpo. Hagamos realidad aquellas fantasías que han quedado en el tintero, besémonos con esos besos eternos en los que tragamos las palabras que sobran en esta historia. Acariciémonos con las ansias de pertenecernos, de sentir cómo tiemblan nuestros cuerpos y cómo se enciende el deseo.

No me hables de amor, no me digas siquiera que me quieres, mucho menos si me extrañas. No me supongas ingenua ni sumisa, mucho menos una mujer fácil y ordinaria. Conozco a hombres como tú, esos que viven de conquista en conquista. Mejor, juega y disfruta.

Acepto el juego (con tristeza), acepta el juego. Quizá no haya mañana. Juega, diviértete, disfruta… porque quizá otro día que me leas, ya no te reconozcas en mis relatos, quizá otro día que me leas sepas  que ya no es a ti a quien le escribo…

 

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