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Palabras al viento

No basta con que la vida nos llene de pretextos y circunstancias casuales, no basta con los suspiros en la fantasía durante mis noches de insomnio, no es suficiente hablarle al viento suponiendo que mis palabras llegaran hasta tus oídos, ni me basta con la tortura de preguntarme si me piensas como yo te pienso. 

La vida solo cobra sentido a través del amor, la vida se sabe vivida cuando la intensidad de las miradas besan con pasión y el sinsentido de las palabras busca ser callado a besos. La vida necesita amor para que el tedio de los días no se proclame vencedor en una cama fría y vacía cuando llega la noche. La vida necesita de amantes que hagan historia a pesar de sus cicatrices y fantasmas, con todo y sus anhelos y sus sueños. 

La realidad hostil y aberrante no puede vencer, no puede reírse de los pretextos y casualidades que nos convocan y al mismo tiempo nos vuelven ciegos y mudos. La vida necesita historias de amor, de amantes y pasión, de valientes, de amores dispuestos a jugarse, quizá, sus últimas esperanzas por un beso que haga vibrar el alma, por una caricia capaz de convertir una noche en magia. 

El amor silencia los fantasmas, acaricia las cicatrices, fortalece los sueños, pero requiere valor, mucha valentía para no quedarse solo en la fantasía, en relatos escritos sin destinatario o declaraciones hechas entre líneas en conversaciones triviales que nos acerquen un poco. 

A veces la realidad me arrastra y me ahoga en un mar de lágrimas, otras veces la fantasía me salva y transforma el llanto en sonrisas pícaras, pero al final estoy cierta que, en medio de la absorbente realidad y la esquizofrénica fantasía, hay una constante: quisiera encontrarte, entregarme en tus brazos y en un beso perder la cordura y retar al destino. 

Valor, valentía, arrojo, no sé qué necesite para convertir las palabras al viento, en una confesión: «me gustas, mi mirada te besa cuando hablamos, mis ojos se pierden en los tuyos intentando encontrar una respuesta a las preguntas que no te he formulado, busco un roce casual de nuestras manos con el deseo de hacer vibrar tu piel.»

Pero no, entre el anonimato de mis confesiones pasa el tiempo con un juego inquietante en mi cabeza, preguntándome si me lees y te sabes el protagonista de mis palabras… Así, pasan los días y las semanas y nada más efímero que el tiempo y más, cuando la veteranía y el tedio parecen acelerar su paso. Quizá un día, con menos miedos, con menos qué perder el destino me dé una buena partida y las cartas valgan la pena para lanzar mi última apuesta. 

Mientras, entre la fantasía y la realidad te mantendré cerca, procurando que sientas cómo te beso con la mirada, cómo coquetean mis palabras… y, si en algún momento quieres confirmar si eres el destinatario de mis palabras al viento, solo bésame y lo sabrás… 

Escribir(te)…

Muchas veces es necesario rescribir la realidad, la vida es como ese libro que un escritor tiene como su mejor proyecto y de tanta perfección que busca para él, a veces se queda con hojas en borrador, con la intención de volver a escribirlas, hojas que fueron escritas en desorden y quedó pendiente la corrección, un día que hubiera más tiempo, un día que las ideas fueran más claras. Son también aquellas hojas escritas con ortografía y sintaxis impecable que relatan escenas de ensueño, descritas de forma tan vívida que es imposible no imaginarlas. A veces también tiene hojas en blanco que, tanto que se quiere decir, las palabras resultan insuficientes para cifrar aquella historia.

Y qué ganas de seguir escribiendo hasta que la historia parezca real, hasta que el mundo que invente al fin tenga el sabor de tus labios y el olor de tu piel, hasta que tus brazos cobijen mis miedos y me escondan de las tristezas, hasta que el deseo ardiente se desborde de la cama y nos consuma en cada caricia.

Y escribir es inventarte, es aceptar el juego de la vida donde nos acerca y nos separa a su capricho, es buscar tu voz en un mundo virtual, es buscar tu sonrisa en una imagen estática, es añorar el roce de tus manos que recorra mi cuerpo cuando solo son las sábanas las cubren mi piel. Escribir para hablarte a la distancia, es lograr que el eco de mis pensamientos llegue hasta tu oído y mi voz se interne en tu mente y me sepas tuya.

Y este libro, esta vida, me hace rehén de mis pensamientos, me hace libre de los prejuicios, me hace más tuya que de mi mundo, me hace Azul en un sinfín de matices que me llevan de ese tono que evoca tranquilidad, a una Azul que te acerca al cielo, a un tono azul profundo que te invite a perderte conmigo una noche cobijados solo por la luz de la luna.

Escribir es hilar palabras con un poco de sentido que expliquen esta locura, es hurgar en el alma para ofrecerte aquello que pueda conquistarte con palabras, enamorarte con historias, seducirte con la sugerencia que despierte tu imaginación. Es escribir para que mis palabras se conviertan en besos y recorran tu piel mientras escuchas mi voz, mientras imaginas que las palabras que lees las pronuncian mis labios.

Es ese intento de un escritor, por hacer a través de la historia que cuenta, la historia de otros, el testimonio que encierra verdad y fantasía, que invita a cambiar el nombre del protagonista para reconocerse en él, que abre la imaginación para ser un personaje más de la historia: protagonista, incidental o referenciado, pero reconocerse en la historia que lee, encontrarse entre líneas.

Escribir es una obstinación por cambiar la realidad, por tener un guión de la historia que quiero contigo, es gritarte a la distancia que cierro los ojos y te pienso y guardo en mi mente la frase que dé pauta al siguiente relato; que escucho tu voz y guardo en la memoria del corazón las sensaciones que despiertas para evocarlas cuando estoy frente a mi computadora para escribir(te).

Y escribiré retando a la realidad, retando al destino… escribiré pensando que me lees y me sabes tuya, que me lees y quisieras estar aquí y no allá…