El olor de un abrazo

abrazo

“De la vista nace el amor”, dicen… ¿será? En mi caso, del olfato nace una fantasía, nada me parece más excitante que un abrazo que dure varios minutos, sin hablar ni hacer más que estar abrazados y que al separarnos, aún después de unas horas, ese abrazo haya dejado impregnado su olor en mí…

Creo que mis relatos han revelado cuán kinestésica soy, cuánto disfruto el contacto físico y, no hablo exclusivamente de una connotación sexual. Un abrazo que cubra todo mi cuerpo, un abrazo en el que pueda recostar mi cabeza sobre tu pecho, un abrazo en el que discretamente se pueda percibir el delicioso olor de tu loción, un abrazo en el que pueda cerrar los ojos y sentirme a salvo en tus brazos… Mi Fantasía! Delicioso!

Un abrazo que evoque los sentidos, nada más delicioso que un recorrido sensorial por los recuerdos, traer a la memoria olores, sabores, texturas, sonidos y por supuesto, sensaciones.

Entonces, esta fantasía inició con tu olor, cuando de regreso a casa, en medio del tránsito citadino de cada noche, con las ventanillas cerradas por la lluvia, en un instante, percibí un olor, sentí que tu olor se había quedado impregnado en mi pecho, que ese cálido abrazo tan cotidiano, no había terminado ahí al despedirnos, sino que tu olor, era el inicio de una fantasía.

Así, te pensaba… tratando de concentrarme en el olor, en la sensación de estar entre tus brazos, de la sensación de tus manos en mi espalda traspasando mi delgada blusa naranja, en la sensación de tu mirada recorriéndome discretamente con curiosidad y con deseo, pensaba en el tono de tu voz pronunciando mi nombre: “Azul”, Tu Azul, imaginaba el sabor de tus labios, seguro dulce sabor en tus besos.

Ese sabor dulce habría llevado al deseo de probar el sabor de tu piel, lamer sutilmente tu cuello para saber si el sabor coincidía con la expectativa provocada por el olor impregnado en el abrazo, si el sabor de tu piel provocaba nuevas sensaciones o sólo era un recurso para rumiar historias del pasado. Así, a través de mi lengua y mis labios me habría cuestionado si eras tú, o si era únicamente una fantasía.

Quizá habría tomado con una mano tu nuca y metido mis dedos entre tus cabellos, y con la otra, apenas con las yemas de mis dedos habría rozado tus labios, y al contacto llevarte a imaginar la temperatura de mi piel, para que en un abrazo de regreso, sintieras la textura de mi ropa y cómo la tibieza de mi piel comenzaba a traspasarla.

En ese abrazo de reciprocidad, habría cerrado los ojos para escucharte decir: “Mi Azul, aquí estoy contigo, para ti, para reconfortarte en este momento” y esa voz pausada, casi sincera, haría aún más excitante la sensación de estar en tus brazos, así, sentir tu voz hablarme al oído, apoyada sobre tu pecho, tu voz quizá sin decir nada o diciendo lo suficiente, sólo para escucharte y arrullar mis pensamientos.

Con los ojos cerrados, habría olvidado el lugar, el contexto en el que nos encontrábamos, habría creído que lo que veía desde la imaginación tenía sentido, esa imagen de paz y confort, esa imagen de mi cabeza sobre tu dorso, recostados sobre una cama, tú acariciando mi cabello, mi hombro, mi espalda… sin tiempo, sin mundo, sin más que la compañía.

Así desde lo sentidos, desde el olor a ti impregnado en mi pecho, desde la soledad, imaginé Mi Fantasía y terminaba con un tibio beso en la frente que decía: “Descansa hermosa, bonita noche, sueña rico. Te mando un abrazo y un beso rico…”

Reinventando la manera de amar

Amar

Comencé por transcribir en un documento la historia de mi cabeza, pensaba en que un día se convertiría en un texto interesante, más de 100 páginas escritas, sólo con una intención catártica, hasta que un día, no encontré sentido para continuar escribiendo, no encontré una historia qué contar… Los personajes que quedaron inertes a expensas de sobrevivir de recuerdos, de esa realidad fantasiosa… hasta que varios meses después abrí nuevamente el archivo, con el nuevo capítulo.

…ha pasado tanto tiempo que no sé si hoy tenga sentido retomar esta escritura, si tenga más sentido borrar el documento que poco a poco se convirtió en un sueño, en un anhelo hasta llegar a lo que hoy nos encontramos…

Quisiera hacer un recuento claro y puntual de lo que ha pasado en este tiempo sin escribir… y me resulta inevitable que mis ojos se llenen de lágrimas, que mi corazón parezca salir de mi pecho, que mi mente provoque pensamientos que hacen que la cabeza duela: ¿qué escribo? ¿lo que desearía? ¿lo que sucede? ¿lo que me duele? ¿lo que me gusta?

Quizá sólo puedo iniciar por lo que le ha dado sentido a los últimos meses… al reto de ser amantes de ocasión sin esperar más… Alejada, muy muy alejada de la esperanza que respondía mi primer mensaje de aquel entonces:

“Te quiero, aquí y ahora, creo que nunca nadie había escrito algo tan intenso con mi nombre en el destinatario, es hermoso Azul y es que retratas una a una las sensaciones de aquel día y es que, tengo que confesar después de leer tu mail, que yo hice trampa, que yo toque la cama primero que acaricié tu pierna primero, que toqué tus pies primero… muero por estar contigo abrazados, besándonos, juntos, muero por perderme dentro de ti convirtiendo al deseo en una realidad absoluta. Necesito tu cuerpo pero no por darle consuelo a los fantasmas y a los momentos, no por una copa de vino, sino porque reconozco que ahí me he sentido estos días aún estando lejos.”

Hoy después de mucho tiempo, siento ese vacío, ese miedo, esa nostalgia, esa necesidad de querer creer que ha sido suficiente, y no porque no lo haya sido, sino más bien porque me resisto a creer que sólo para eso nos alcance…

Ha sido divertido, no lo puedo negar, lo he disfrutado (te he disfrutado) y mucho, es más hasta podría confesar que hay algo que me gusta más que una relación convencional: los mensajes me parecen más naturales, las palabras más simples y los encuentros sexuales más intensos.

Esa noche en la que tú, tu mundo y tu soledad encontraron en el whisky una manera de desahogar los pensamientos y entre mensajes de voz y texto conversamos por horas, no sé si con una intención definida, pero sí con muchas emociones qué compartir: desde las narrativas que me encanta hacerte sobre lo delicioso que es el sexo contigo, hasta un poco de reflexiones sobre el pasado y confesiones en apariencia banales pero profundas.

Esas confesiones nos llevaron a declarar abiertamente el deseo que sentimos, las ganas de que nuestros cuerpos se encuentren en la intimidad haciendo de cada ocasión un momento de placer sublime… Tus temores y mis intensidades; tus intensidades y mis temores, todo en la misma conversación, tratando de entender para qué nos alcanzaba, cartas para qué juego teníamos.

Así, la conversación a la distancia, mis lágrimas y tu whisky nos llevaron a un burdo acuerdo: “Juguemos a ser amantes de ocasión sin esperar nada de nadie”, lo peor: incitado por mí, anti yo, anti lo que habría imaginado en algún momento…

Así, entre súplicas al destino, a la vida, a ti, para ser más, la razón me asiste ante la atrevida sugerencia: si amándote, si dándome al cien por ciento no habría logrado conquistarte, quizá nuestro único punto de encuentro como pareja, podría ser sólo el sexo ocasional… ¿de verdad?

A varios meses de aquel acuerdo y con varios deliciosos encuentros sexuales, no sé si fue el whisky quien te hizo aceptar, no sé si ha sido lo que tú quieres… y ¿sabes? me da tanto miedo preguntarlo, me aterra que mis preguntas te asusten y huyas.

Entonces, con ese acuerdo, tuve que reinventar mi realidad, tuve que reinventar la manera de amar,  esta realidad que inició con un texto titulado: “GRAN HISTORIA”, después pasó a “CONTIGO TIENE SENTIDO”, luego a “UNA REALIDAD DIFERENTE”, el cuarto título fue “UNA REALIDAD”, y ahora, es UNA REALIDAD AZUL… un Momento Azul.

Sí, un Momento Azul… en el que cuando quiero huir de mi mundo me refugio en la escritura, una realidad en la que los encantos no alcanzaron -ni alcanzarán-,  una realidad que ha mutado  de ser una Gran Historia a ser un recuento de fantasías… Fantasías en las que el juego no requiere dar explicaciones, el juego consiste en que cada uno llevamos nuestras cartas a la cama y en una noche de sexo disfrazado de pasión, juguemos a lo que nuestra partida nos alcanza y al final de la ronda cada quien recoja sus ganancias y pérdidas en silencio y tácitamente quede agendado un próximo encuentro para cuando los cuerpos se extrañen y la vida pública nos lo permita.

Así ha sido, sin duda, al menos en mí, el deseo es cada vez más intenso, la manera de disfrutarte ha evolucionado… sí, he aprendido a ser Azul y no como esa mujer fácil dispuesta para una sexo de simple con cualquiera, sino como esa Azul libre de prejuicios dispuesta a disfrutar: a hacer disfrutar y permitir que la disfruten. Entonces, esta Realidad Azul a veces ha sido tan difícil, ha sido contradictoria, ha sido una dualidad, pero una vez que logro conectarme con ella, la disfruto.

He re-aprendido (tenido  que aprender) a vivir el momento con riesgos, sin esperanzas, sin ilusiones…Tuve que aprender que sí hay diferencias entre el sexo y el amor (y tuve que conformarme con lo primero). Entonces, acepté que no pude conquistarte, que jamás te enamorarás de mí, pero aún así en cada encuentro intentamos hacer el amor como si nos amáramos.

Pero también he aprendido que el amor no se puede hacer, que lleva hecho a la cama, sólo para disfrutarse y que si éste no existe, se reinventa el sentimiento para disfrutar el sexo y así en esa premisa, también nosotros mismos hemos aprendido a reinventarnos entre tequila, vino, fruta, pastel… en las fantasías!

¿Sabes? al final en esta reinvención, no es tan malo ser Azul…Azul se ha convertido en una esquizofrénica historia que rebota entre mis hemisferios cerebrales, ha sido una historia que un día juega a que le alcanza y otro día a que quiere más. Y cuando le alcanza lo disfruta, se siente libre y feliz…

La Realidad Azul me ubica y si no,  repito: “solo amantes de ocasión, sólo amantes de ocasión, sólo amantes de ocasión, sólo amantes de ocasión…” así hasta que Azul hace un recuento de los placeres y buenos Momentos Azules que hemos pasado y me hago consciente de la Realidad, olvidando aquellos lejanos mensajes dónde surgió la ilusión:

“No puedo negarlo, mi cabeza está ocupada en ti, en lo que me hiciste sentir, mi cabeza se ocupa de recrear cada uno de los besos que fueron tan difíciles de extraer de tus labios. En cada una de tus caricias, de la primera vez que nos entrelazamos las manos, en esa primera mirada distinta, en esa primer caricia traviesa, en aquel último trago de vino, en la música y cómo cuadraba perfecto con el momento, no puedo negar que lo imagino y lo vivo y no sólo eso, sino que además, quiero repetirlo, quiero volverlo a imaginar…

No puedo negarte que me encantó que te despidieras al final con un beso cuando pensé que sólo me dirías adiós a la distancia, no puedo negar que me quedé con ganas de tenerte por completo, pero también no puedo negarte que eso hace que hoy piense más en ti.

No puedo negar que tengo deseos de robarte un momento del mundo y que seas solo mía.No puedo negar que quiero encerrarme en tu cuerpo toda una noche.

No puedo negarte que estoy pensando en ti…”

Reinventar la manera de amar es amarte con todo mi ser, sin poder decírtelo a cada instante;  es amarte a través de la fantasía y las palabras, esperando que cuando leas alguno de mis relatos lo disfrutes sabiéndote protagonista…

Más que sólo palabras

palabras

No te enamores de mis palabras, porque en mi vida hay un mundo de sensaciones que sería injusto sólo cifrarlas en palabras, sí, porque quizá un al escribir la palabra beso, no me estoy refiriendo sólo al contacto de los labios, al juego de nuestras lenguas, sino la puerta que abre el camino para una nueva historia de placer de dos cuerpos encendidos.

Las palabras son sólo letras que aprendimos que significan “algo”, pero las sensaciones significan más que “algo”, también significan “alguienes”, por eso sólo describirlas con letras agrupadas en palabras, en frases o relatos no es suficiente para describir un mundo de sensaciones.

Una caricia es más que el contacto de mis manos con la piel, sino que es el descubrir y despertar las terminales nerviosas de tu ser, es trazar un delicioso recorrido que tiene como meta un momento memorable, es reconocerte de manera táctil para escribir mi historia sobre tu piel, para tatuar mi pasión con solo rozarte con las yemas de mis dedos.

Escribir es un medio, es una forma de acariciarte con mis palabras, procurando que durante tu lectura del relato, imagines mi voz en tu oído y las sensaciones te recorran por completo, y ahí descubras que no son las palabras, es mi voz, es recuento de los recuerdos, que aunque a veces los quieras negar, existen. Y que la combinación de las palabras a través de mi voz con las imágenes mentales que llegan a tu cabeza, quizá se acercan más a ser yo y no sólo palabras.

No te enamores de mis palabras, porque a veces no son ni siquiera mías, me las dicta el personaje imaginario que quisiera ser, ése que tiene los encantos para seducirte, ése que tiene arrogancia de saberse deseada, ése que requiere de este espacio para poder existir.

Son letras, palabras, frases, relatos, historias, que sólo tú puedes entender. Que sólo tú has vivido conmigo -en la fantasía o en la realidad, pero tú-.

Son palabras que me hacen recordar mis clases de sociolingüística de la universidad y entiendo de forma tan clara aquella función metalingüística, no cualquiera lo entendería. Algunos asociarán mis palabras con sus historias, con sus fantasías, con sus mundos, pero sólo tú sabes de lo que hablo, sabes lo que metalingüísticamente hay detrás de cada palabra.

Pero aún así, no te enamores de mis palabras, no te dejes seducir por ellas, déjame convencerte que soy yo, que no son los relatos, que no es la fantasía, sino que es la sensación que provoca cruzar nuestras miradas en la trivialidad y tratar de cerrar los ojos al mundo; que no es el título de este relato sino que es tu saludo casual que apenas roza mi mejilla y mi mente pide a gritos la sensación de tus labios.

No soy mis palabras, mis palabras son parte de mi historia, pero no alcanzan, mi léxico es limitado, mi sintaxis torpe y mi gramática imprecisa para que mis relatos sean yo. Por favor, no caigas ante ellas, no las leas con la vista, no las descifres con un diccionario, no las entiendas como enunciados subordinados o yuxtapuestos, no! Son torpes, soy más que mis palabras.

No te enamores de mis palabras, déjame convencerte que este mundo de sensaciones es difícil cifrarlo sólo en relatos. Déjame demostrarte que soy más que sólo eso, no caigas en el juego de mis palabras, mejor déjate conquistar por el juego de mi lengua sobre tu dorso, no creas mis palabras, cree en la sensación que mis caricias pueden despertar en tu cuerpo…

Tus labios en mis piernas

piernas

Qué delicia es recordar tus manos recorriendo mis piernas… me gustan mis piernas y me encantaba sentir tus manos acariciándolas. Últimamente te he recordado mucho, no sé con precisión por qué o qué me ha llevado a invocarte desde los recuerdos más profundos en mi corazón.

Recuerdo esa sensación de tus brazos rodear mi cintura, es tan rica esa sensación de caber en tus brazos, de sentirme en tu pecho, recargarme ahí y sentir una deliciosa paz, una deliciosa sensación de la que habría no querido salir nunca.

Puedo sentir tus manos recorrer mi espalda, unas manos grandes, fuertes, de hombre, sí, aunque parezca que sobra la referencia. Unas manos de hombre: rugosas, toscas, deliciosas. Sentir cómo con una de tus manos podías cubrir casi la mitad de mi espalda y con la fuerza de tus brazos llevar mi cuerpo hacia ti, esos recuerdos provocan un sinfín de pensamientos en cadena que me llevan a reafirmar porqué has sido el hombre de mi vida.

Sentir tu mano en mi nuca guiando la intensidad de un beso, la duración de ese beso en que tan deliciosamente compartíamos placeres, sentimientos, sensaciones. Qué delicia.

Hoy mientras me vestía luego de un regaderazo mañanero para terminar de despertar, me observaba frente al espejo, me sentía atractiva, me gustaba la tonalidad de mi piel haciendo juego con el tono de mi blusa. Pensaba en el juego de colores y texturas de mi ropa interior y me sentía sensual. Contigo siempre me sentí muy muy guapa, tú me hacías sentir atractiva, femenina, tú me dabas una seguridad en mis “encantos” que no sé en qué momento perdí.

Hoy mi pantalón entalla perfecto en mis piernas, es una tela tersa, suave  que moldea, haciendo que mis piernas luzcan como en los viejos tiempos. Siempre me han gustado mis piernas, son fuertes, torneadas, sensuales. Te encantaba verme de short y me encantaba que siempre elogiaras mis muslos, que me vieras con esa provocativa mirada que recorría mi cuerpo haciéndolo suyo, sin ser grotesco, sin ser vulgar, recorrías mis pantorrillas, mis muslos, mis caderas, mi cintura, mi abdomen, mis senos, mi cuello y detenías tu mirada en mis labios pidiendo un beso que sellara la fantasía de saberme tuya.

Recuerdo esas emocionantes tardes en las que hicimos el amor, contigo sin duda era hacer el amor, desde el mismo instante en que nuestras miradas coincidían para acordar el encuentro estábamos comenzando a cocinarlo. Imagino muy claramente ese beso en el que mi mente se apagaba, no había fantasmas, no había nada más que un amor intenso, profundo: REAL haciendo con nuestros cuerpos lo que el instinto y la escena dictara.

Extraño esa sensación de tus manos recorriendo mis piernas, apretando mis muslos, sintiendo las yemas de tus dedos dibujar un delicioso recorrido en la parte interna de mis muslos, diciéndome cuánto te gustaban mi piernas. En aquel entonces, el trabajo de gimnasio era evidente, yo hacía mucho ejercicio: gimnasio por la mañana, corría por la tarde y entrenaba por la noche. Disfrutaba tanto sentirme fuerte, atractiva (para ti). Hoy mis piernas son normales, atractivas y seductoras sin lugar a dudas, pero sin el trabajo intenso de las pesas.

Sé que para muchos hombres (y mujeres) les parecerá que lo más sensual son los senos o las caderas. A mí no, a mí me encantan mis piernas. Me encantan las sensaciones que se pueden despertar desde ahí, recuerdo en esas mismas tardes recostada sobre la cama, con el cuerpo de entonces, medianamente atlético, trabajado en el gimnasio, seguro de su sensualidad, dispuesto para el amor.

¿Te acuerdas? Ese disfrutable camino al placer, a la plenitud gracias a tu amor. Desnuda para ti, para disfrutar nuestro amor, esas manos fuertes y rudas recorriendo mis piernas, acariciaban mis pies, avanzaban por mis pantorrillas alternando las caricias con sutiles y deliciosos besos; luego mis muslos, apretándolos, haciéndolos temblar y luego tratando de calmarlos con la paz de tus labios.

¿te acuerdas?

Yo sí y… te extraño!

Nostalgia

nostalgia

Aunque me resulte doloroso aceptarlo muchos días sobrevivo pensando que nuestros besos fueron verdaderamente nuestros. Triste, pero te extraño, peor aún: te añoro…  hay días invadidos por una gran nostalgia, nostalgia por lo que fue y quise creer que fue real, por lo que no fue, por ti, por tus labios, por esa sensación de sentirme entre tus brazos.

Y es que tú eres esa esquizofrenia de perderme entre personajes y realidades, entre creer que hubo algo, que fuimos “alguienes” en nuestras vidas. Porque así tuvo que ser, me resisto a creer que no lo fuiste, si no ¿por qué ese día te apareciste de la nada, cruzando la ciudad sólo por un beso? ¿Fue real? ¿Lo imaginé? Si fue real, ¿qué pasó después? ¿ en qué me perdí?

Y es  que hay días más difíciles que otros, hay días en los que el ego y el recuento de encantos se enfrentan contra la Realidad Azul, hay un momento en los que me resulta inevitable preguntarme una y otra vez qué pasó, en qué me equivoqué, por qué…  y vuelvo a rumiar esa ilusión de que aquellos besos realmente fueron nuestros, desde los labios, el pensamiento y el corazón, y me aferro a la esperanza de querer creer que sí lo fueron.

Pero en medio de esa nostalgia, en medio de esa añoranza me torturo preguntándome si tu mente estaba conmigo en esas deliciosas tardes y noches de pasión, si tus manos recorrían mi cuerpo pensando en mí, si tu boca, tus labios recorrían mi piel descubriendo un nuevo sabor o sólo buscaban olvidar otro, compararlo con otro sabor… Si era yo quien te hacía explotar de placer o eran tus recuerdos, tus pensamientos y el evocar otros momentos…

Me duele porque supongo que si te habría sentido mío no me atormentarían esos fantasmas. Te pienso, te extraño y me duele… porque por más que quiera creer que fui tuya y tú mío, al final el vacío que siento traducido en incontenibles lágrimas que me lleva a una soledad que dibuja mil fantasmas en esta historia, una ilusión, en toda la extensión de la palabra ilusión, de imaginarme amada por ti.

Es una nostalgia que se clava en el pensamiento,  ahí evoca los recuerdos, los organiza y los confronta como imaginarios o reales. Los que asume reales los reta a pensar si ese recorrido de tus labios por mi boca, por mi cuello realmente fueron sobre MI boca y MI cuello, MI cuerpo…

Es una nostalgia Sin Sentido que evoca una realidad que sólo me perteneció a mí, es una nostalgia que sin duda Mario Benedetti tiene la forma correcta de describir:

“¿De qué se nutre la nostalgia?”

Uno evoca dulzuras

cielos atormentados

tormentas celestiales

escándalos sin ruido

paciencias estiradas

árboles en el viento

oprobios prescindibles

bellezas del mercado

cánticos y alborotos

lloviznas como pena        

escopetas de sueño

perdones bien ganados

pero con esos mínimos

no se arma la nostalgia

son meros simulacros

la válida la única

nostalgia es de tu piel.

Mi cielo con tus besos

beso

Tu boca siempre ha sido un placer aparte. Cómo olvidar esa primera vez en la que temerosa huía de tus labios, quizá porque sabía que probarlos sería una perdición, quizá porque presentía que una vez probándolos se convertirían en un vicio. Esa tarde, ese encuentro tan especial, que pasó de lo planeado a lo inverosímil, donde el rumiar historias nos llevó a inventar una nueva, donde tus labios buscaban los míos y yo con más temor que con deseo intentaba evadirlos.

Sí, tu boca ha sido un placer. Superada esa primera vez y dispuesta a arriesgarlo todo -perderlo todo- decidí disfrutar tus besos, acepté robarle tiempo y espacio a la realidad creyendo que podría ser una nueva historia en tu vida, y en un momento de estúpido optimismo, pensé que podía ser La Historia.

Tu boca, tus labios, tu lengua, tus dientes…Primero fueron besos tibios, ricos, sólo como para reconocer los sabores, las texturas, la temperatura, el espacio… esos primeros besos temerosos de entregar en ellos más de lo que esos primeros encuentros requerían.

Poco a poco nuestros labios se reconocieron, se gustaron, se disfrutaron. Así, conocí tu lengua, cómo olvidar aquel beso intenso y precipitado, aquella despedida en la ventanilla de mi auto en que, sin duda, fue el beso más intenso que he vivido, un beso que desde mi boca recorrió todo mi cuerpo, que desde mi boca hizo eco en mis pensamientos, en mi alma y en todo mi ser.

Después, en esos encuentros clandestinos, en los que intentábamos cerrar los ojos al mundo, pude sentir tu lengua recorrer mi cuello, lamer el lóbulo de mis orejas y desencadenar un sinfín de fantasías. La humedad de tu lengua, su textura recorrer mis labios, jugar dentro de mi boca, acariciar mi espalda. Dios, esta memoria sensorial tan desarrollada, no ayuda. Bueno, ayuda a recordarte fielmente, pero ese recuerdo tan claro me hace extrañarte.

Un día, en pleno uso de mis facultades mentales, bueno, de esas facultades mentales que medio sobreviven cuando uno quiere creer que el amor existe, programamos un encuentro íntimo, en el que sin los fantasmas del pasado, sin echarle la culpa a dos botellas de vino tinto, ni a la soledad mutua pero por separado, nos hiciera disfrutarnos… Qué noche!

Tus labios, carnosos, dulces, con una deliciosa textura que puedo revivir la sensación de recorrerlos con mi lengua, así, delineando su silueta, jugando con mi lengua en la comisura de tu boca. Así, redescubrí tu lengua. ¡Por Dios! tu lengua recorriendo mi boca, mi cara, bajando por mi cuello… qué delicia sólo de recordarlo.

Tu lengua, húmeda, fuerte, ansiosa, jugando en mi pecho, dibujando trazos arbitrarios que provocaban un enorme placer, que en cada trazo encendían centímetro a centímetro toda la superficie de mi piel. Así, de mi cuello a mis labios; de mis labios a mis senos; de mis senos a mi cuello y podría resultar muy limitado el relato, porque a ciencia cierta, me perdí. Sí, me perdí en ese mundo de sensaciones que me hacen recordar el placer y no a detalle la escena.

Luego, tus dientes… que deliciosa sensación esa otra tarde donde robándole tiempo al trabajo donde con excitantes mordidas recorriste mi espalda… sentir tus besos en mi cuello, tu lengua bajar hacia mis hombros y tus dientes morder suave y excitantemente mi espalda, qué rico!

Así tu boca ha sido una historia aparte, así tu boca ha sido mi infierno y mi cielo; mi infierno con el silencio sepulcral que no me dice nada cuando más deseo escucharte; y mi cielo con las miles de sensaciones que provocas con tus labios, con tu lengua, con tus besos.

Cierra los ojos

cierra los ojos

No huyas de mí, déjame hacerte el amor, de verdad me queda rico, no va a ser como ningún otro que hayas probado, será con mis ingredientes, con mi sabor, a mi manera.

Tengo muchas variedades para prepararlo, qué se te antoja? algo dulce, algo salado?

Déjame consentirte, cierra los ojos… es más, para que no hagas trampa, los vendaré , no veas, siente, imagina, saborea…

¿Qué te parece si empiezo por platicarte del postre? Un delicioso pastel de chocolate con un exquisito merengue espumoso, déjame probarlo primero… tomo tu mano, llevo tus dedos al merengue para de ahí probarlo, es una cantidad suficiente, llevo tu mano a mi boca y juego con las yemas de tus dedos para disfrutar el sabor, para saber si la consistencia es la correcta, si el sabor combina para el banquete que quiero prepararte.

Con mi lengua recojo el merengue que queda en mis labios, vuelvo a tomar otro poco, ahora con mis dedos y ahora lo llevo a tus labios, suavemente lo pongo dentro de tu boca acariciando con la yema de mis dedos tu lengua, dejo que saborees la consistencia del merengue, que sientas la textura de mis dedos y disfrutes la sensación cremosa, dulce, deliciosa.

Juego con mis dedos en tus labios, en el contorno tu boca, tu lengua hambrienta los persigue, quiere devorarlos y en un rápido movimiento, cambio mis dedos por mis labios para saber si aún persiste en tu boca el sabor y la consistencia del merengue, y no, ya no se puede saborear el chocolate cremoso, así que sin separar mis labios de tu boca, tomo un poco más con mis dedos y lo pongo en mi cuello, guiando tu cabeza a que lo pruebe y de un bocado lo devoras.

Disfrutas la consistencia, el sabor del merengue en mi piel la sensación que provoca en tu lengua, en tus labios. Disfrutas tanto que se me antoja probarlo de la misma manera. Recostado boca arriba con tu dorso desnudo, inclino tu cabeza hacia arriba, dejando libre tu cuello y antojable para saborearlo. Así, con la punta de mi lengua te recorro desde la comisura de tus labios bajando por tu barbilla avanzando hacia tu cuello, primero quiero disfrutar tu sabor al natural.

Así boca arriba, sobre ti, tomo más merengue con mis dedos, lo coloco sobre tus labios cerrados, acerco mi lengua para probarlo lentamente y es delicioso, en un beso apasionado mi lengua dentro de tu boca lo devora, pero se pierde el sabor a chocolate porque predomina el sabor de tu saliva, de tu deseo, de tu placer.

Tomo otro poco de merengue, con las yemas de mis dedos lo distribuyo en tu cuello hacia tu pecho y mientras mis dedos juegan con los trazos, mis labios juegan en tu oreja, mi lengua te habla al oído sin palabras y poco a poco baja a re-trazar lo que mis dedos habían dibujado, a comer de a poco el chocolate en tu cuello, mis dientes muerden suavemente y mi lengua te acaricia, recogiendo no sólo el sabor a chocolate sino el sabor del deseo encendido sobre tu piel.

Así en la misma posición sobre ti, acerco mis senos a tu cara, para que tus labios apenas los prueben, intentas perseguirme y te detengo, pego mi pecho al tuyo y el arder de nuestra piel quema, la sensación pegajosa del merengue potencia el deseo, el hambre de seguir disfrutando el sabor de tu piel, incitando a descubrir el sabor de tu placer.

Mientras mis labios y mi lengua continúan el recorrido en tu pecho, llevo mis dedos a tu boca, los muerdes y provocas una sensación deliciosa, con la humedad de tu saliva en mis dedos, recorro tu cara, bajo por tu cuello, avanzo por tu pecho dibujando el camino hacia tu abdomen, es muy rica la sensación muy disfrutable, muy dulce…

Es sólo el postre, ¿te platico cómo sería el banquete completo?

 

Amantes que aman

amantes

Hay momentos en los que la realidad supera a la fantasía y ser Azul no es suficiente,  se necesita algo más algo más simple pero al mismo tiempo más profundo. Algo que al final no provoque vacío sino que llene el alma. Tantas veces me he mentalizado a que esto es suficiente, a que jugar a ser amantes de ocasión es suficiente, pero no. Tengo que repetírmelo constantemente, verbalizarlo una y otra vez para intentar creerlo…

Ayer fue un día muy complicado, mucho, triste, deprimente, desesperanzador, uno de esos días en los que cuando era joven, lo resolvía corriendo unos ocho kilómetros o los que fueran necesarios para cansarme físicamente y con eso intentar desahogar los pensamientos. Ayer necesitaba un amante con más talentos que solo los que de sobra hemos descubierto y disfrutado en el sexo.

Hay días que se necesitan amantes de ésos que aman, sí, me queda claro que en cada encuentro nuestro hay algo de amor o una cosa parecida, porque tampoco es un servicio prestado a cambio de algún beneficio monetario o de alguna otra naturaleza. Bueno, quizá sólo el contrato tácito y mutuo de darle un tiempo y un espacio para intentar distraer a nuestras soledades.

Al estar inmersa en una realidad sin sentido quería huir a una Realidad Azul, a un Momento Azul, sí de ésos que ayuda a sopesar el peso de los sinsentidos, un momento de ésos en los que quizá unos labios  -no sé si los tuyos- den un sabor dulce, un sabor a esperanzas, un sabor a “amor” (hoy entrecomillado, no en altas). Ayer buscaba un número telefónico, un nombre en mi agenda, un contacto en las realidades virtuales un alguien con quien llorar, con quién desahogar la los desalentadores pensamientos que pasaban por mi cabeza.

¡Qué difícil encontrar un amante para amar! Estoy segura que más de uno hubiera accedido a pasar una deliciosa noche de sexo conmigo y no porque sea la mejor o verdaderamente atractiva, sino porque un amante para el sexo siempre está dispuesto para cuando se necesite, para cuando parezca que se puede evadir la realidad con placeres superficiales, como si  fuera un dolor de cabeza para resolverse con una aspirina.

Pero necesitaba más que una aspirina sexual, quería un amante para amar, para amar en el sentido más simple, en el sentido más sencillo, sin complicaciones. Alguien dispuesto a escuchar una letanía de sinsentidos, no para encontrarles sentido o para darme las respuestas correctas, sino que únicamente para que, al menos esta vez, no tuviera que escribirlos, sino que pudiera hablarlos, sintiendo unos oídos atentos a mi voz y no tener que esperar unos ojos atentos a estas líneas.

¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué? ¿Cuántos habrían estado dispuestos a estar una noche con Azul? ¿Cuántos dispuestos a pasar ESA noche con Azul? No con sólo la sexualidad de Azul, sino con la persona, con el personaje… y es que es triste que el placer de vivir libremente a veces confunde a muchos hombres, quienes piensan que mis necesidades y fantasías se reducen a algo meramente físico, que se resuelven con el sexo ya sea en fantasía o en realidad.

Ser Azul es más, mucho más que lo que unas limitadas mentes masculinas ven, ser Azul es ser pasión, ser intensidad en TODO… Ser Azul es querer perderme una noche en el cansancio extenuante de un sexo complaciente, pero también necesitar una noche de paz que entre caricias acompañe mi sueño profundo.

Ser Azul es ser libre de prejuicios, ser libre de inventar fantasías, ser libre de abstraerse del mundo y sus personajes, ser Azul es añorar un beso de buenas noches que me haga soñar con una secuencia de Momentos Azules que dibujen una Historia diferente.

Hola Azul (Lo que imagino después de saludarte)

Hola Azul

Debo confesar que ha habido días en que te ignoro, que mi presencia está contigo pero no sé si estábamos tratando de entender algún tema macroeconómico,  hablando de cómo salvar al oso polar de la extinción o sólo me dijiste “Hola Azul”.

Sí, en medio de la cotidiana situación que nos vincula, después de preguntarme cómo cerró la paridad peso dólar del día anterior, o de qué se alimenta el oso polar o cómo estoy, te acercas y me das un beso, apenas siento tus labios rozar mi mejilla pero en mi mente tu olor despierta un sinfín de fantasías.

Al contestarte que a 17.40 pesos por dólar al menudeo, que los osos se alimentan de focas o que estoy bien, quiero hacer más largo ese momento en el que te abrazo como parte del saludo, ese abrazo en el que tu olor hace eco en mis pensamientos,  en el que al roce de mis senos contra tu pecho imagino que la ropa estorba…

Te separas de mí y yo juego sutilmente con la punta de mi lengua en mis labios, tratando de comunicarte cuánto te me antojas. Entonces, comentar si el alza del precio del limón tiene que ver con la cotización del dólar, si el desequilibrio ecológico extinguirá no sólo al oso polar o que me digas: “te veo en un ratito”, representan únicamente una pausa mental en mis pensamientos.

Es necesaria, indispensable!!! porque la temperatura de mi piel se incrementa y traspasa la ropa, porque estoy a segundos de perder la cordura y dejar que mis fantasías se conviertan en realidad y hacer lo que estoy imaginando:

Te besaría en los labios, apasionadamente como si quisiera en ese beso devorarte, jugaría con mis manos sobre tu cuerpo, iniciando en tu cabeza, acariciando tu cabello, bajando hacia tu nuca, metiendo mis manos entre tu playera, acariciando tus brazos, avanzando hacia tus hombros…Mis manos te recorrerían, acercaría mi cuerpo a ti para que sintieras cómo arde y vibra en deseo por ti…

Bajaría mi mano, metiéndola entre tu pantalón, intentando desabrocharlo, queriendo casi mágicamente y en un solo paso quitarte tu playera y desabotonar tu pantalón..

Te acorralaría contra la pared, continuaría besándote, acariciando la silueta de tu boca con mis labios como inicio del recorrido para continuar mordiendo tu cuello, rozando tus piernas con las mías, haciendo que sientas mi vientre apoyarse contra tu cuerpo…

Lograría el reto de quitar tu playera, seguiría lamiendo tu cuello bajando hacia tus hombros, mordiendo suavemente y luego acariciando con mi lengua, continuaría bajando por tu pecho hacia tu abdomen.

Ya no podrías resistirte, disfrutarías el recorrido de mi lengua y mis labios bajando poco a poco mientras mis manos siguen peleando con tu cinturón,  con tu pantalón…

Contra la pared desearías que continúe, que también mi blusa sobre, que mis manos continúen jugando en ti, que las yemas de mis dedos te recorran y descubran las terminales nerviosas de cada centímetro de tu piel…

Al fin, logró vencer las barreras que tu cinturón ponía, la pared parece temblar pero es tu cuerpo ardiente de sentirme de sentir mis labios, mi lengua…  

Eso pasaría,  pero no hay tiempo, después del abrazo inmediato, después de ese Momento Azul de tu saludo, huyes, para que yo comience a tomar consciencia si hablábamos de que la paridad peso dólar y el precio del limón tenían algo que ver;  si los osos polares comen focas y que el desequilibrio ecológico tiene en jaque a muchas más especies que sólo el oso polar; o sólo me habías dicho: “Hola Azul”

 

Todo un placer

placer

Sé que esto puede resultar muy controversial porque para esto no hay técnicas únicas o maneras correctas de hacerlo, son ene mil variables las que pueden influir, dependerá sin lugar a dudas de la confianza y comunicación que haya en la pareja, afortunadamente he estado con hombres que me han enseñado con paciencia y mucha pasión, lo que me ha permitido hacer de esto todo un placer.

Bueno, tampoco quiero generar una falsa expectativa ni pretendo presumir, porque que no soy profesional en la materia pero que sin duda es algo que disfruto muchísimo. No recuerdo con precisión cómo descubrí esto, ni a qué edad, pero indudablemente me encanta y, como en casi todos los capítulos de nuestras historias, habrá parejas con quienes lo podamos disfrutar más, quienes nos lleven a reinventarlo a hacer lo inesperado, y con cada uno se aprende algo que sin duda se puede aplicar con el siguiente.

También aclaro, no se entienda este texto como una receta  o procedimiento a seguir, es sólo que hoy camino a casa en medio del tráfico de esta ciudad,  el play list aleatorio de mi teléfono seleccionó una canción que me llevó a querer compartir ustedes mis lectores de una forma un tanto didáctica la manera en que disfruto yo:

Primero, es importante el atuendo.  La escena necesitará un atuendo especial,  no un disfraz, solo algo que connote que me esmero para disfrutar la ocasión, que se vea el detalle de la sensualidad femenina. Es una cuestión de actitud que se verá reflejada en el físico: un rico baño tibio, una crema con aroma suave para todo el cuerpo, un sexy vestido negro corto, un poco más arriba de media pierna, tacones altos, un maquillaje discreto porque si no más tarde, al sudar deslucirá horriblemente  y, por supuesto, un toque de perfume… nada más provocativo para un hombre que un olor delicioso para hacer que este encuentro sea aún más disfrutable.

Luego, estar lista y puesta para la cita, recibir a ese gentil caballero con una pecaminosa sonrisa que le haga volar su imaginación, darle un beso en la mejilla -casi en la oreja para alcanzar a acariciarle sutilmente con la lengua -. El lugar ya está previamente pactado, así que ansiosos por llegar conducimos el auto sabiendo que en nos espera una gran noche, que nos hará disfrutar hasta cansarnos, hasta rendirnos exhaustos.

Después, al llegar, por supuesto, algo de tomar. Algo que comience a encender las pasiones y entre sonrisas emocionadas el vibrar de los cuerpos nos llame a la acción, pero con calma,  tendremos toda la noche, así que seguimos disfrutando los tragos.

Transcurre una hora y después de una amena charla, luego de sentirnos acorde al ambiente del lugar en el que estamos y antes de que los tragos hagan efecto, ya es inminente el deseo de comenzar, así que tomas mi mano, la besas y respondes la sutil caricia de mi lengua en tu oreja tú correspondiéndola en el dorso de mi mano. Me tomas con una mano en la cintura y otra en la espalda, besas mi cuello y el efecto del perfume cumple su cometido, por ello a  un ritmo delicioso comenzamos a disfrutar la noche.

Perdemos la noción del tiempo, porque es verdaderamente excitante el ritmo de nuestros cuerpos que de momento se acercan pareciendo uno y después se separan sólo dejando nuestras manos entrelazadas. De momentos la distancia provoca que con roces deliberados, tu mano baje un poco por mi cadera, viéndonos de frente a los ojos, sin hablar pero comunicándonos que disfrutamos.

La noche continúa, nosotros ajenos al mundo, ajenos a la realidad externa, sólo en nuestro tiempo y espacio, sólo dejando que los cuerpos disfruten. Me encanta porque la fuerza de tus brazos, tus manos marcan el ritmo guiando mi cintura, mis caderas y todo mi cuerpo. El tiempo pasa lento disfrutando, sintiendo eterna la historia de ese lugar que nuestras mentes traducen en deliciosos movimientos.

Es momento de hacer una pausa, aunque esto resulte un placer, uno se cansa, la condición física no es la misma de otros años, ahora los años y los kilos pesan, entonces aprovechamos pequeñas pausas para tomar aire, recuperar el aliento y seguir brindando con un trago más, que lo mismo da saborearlo del vaso, de la copa o de tus labios.

Extasiados, en medio de esas miradas cómplices,  de esas sonrisas plenas, el deseo de continuar nos regresa a la acción. Nuevamente nuestros cuerpos vuelven a comunicarse con movimientos sincronizados, sutiles y tácitos, con cambios de ritmo para potenciar las sensaciones.  Sabes que lo disfruto, sabes que mi estrés cotidiano lo requiere para relajarse y olvidarse del mundo, que estar ahí me transforma.

…en verdad no sé dónde o cómo es que descubrí mi gusto y pasión por bailar, me encanta la salsa, se me hace un ritmo divertido y sensual, reitero, no soy experta en baile, pero sí creo que es de los placeres que obedecen el instinto. Lo disfruto muchísimo, es un delicioso cansancio que descansa, lo he comprobado en esas largas noches en las que retamos el cansancio para disfrutar una noche completa de ritmos guapachosos.

¿¿¿Bailamos???